El 'plan de emergencia' de James Cameron si 'Titanic' era un fracaso
Para celebrar el 25 aniversario de Titanic y sus once Oscar, el Hollywood Reporter ha publicado una extensísima historia oral del filme, incluyendo declaraciones de muchos implicados en la película: está Kate Winslet, está el entonces presidente de Fox, Bill Mechanic, está el productor John Landau y, por supuesto, está James Cameron. Todos ellos coinciden en una cosa: aún no se creen que la cinta fuese un éxito histórico.
Y tienen razones para ello, porque la historia de Jack y Rose nació con todo en su contra. "[El estudio] no quería que Jim hiciera esa película, porque él hacía ciencia-ficción y esto era un romance épico", recuerda Bill Mechanic. "Así que le pusieron bajo presión para que así abandonara, haciendo que las condiciones fuesen demasiado duras".
De esta manera, Cameron encaró la producción contando con menos tiempo y presupuesto de los que necesitaba, lo cual (unido a su ego) desembocó en uno de sus habituales rodajes infernales. A todo esto había que sumar, además, la hostilidad de una prensa deseosa de que Titanic se hundiera como el transatlántico: "Tuvimos un titular de la revista Time que, creo recordar, era 'Glub, glub, glub".
"Los medios estaban convencidos de que la película iba a ser un fracaso total, que iba a ser otra Waterworld", señala Cameron. "Y no se cortaban un pelo al decirlo". Ante tal panorama, el director pensó en una salida de emergencia a sus tribulaciones.
"Tenía una cuchilla de afeitar pegada con cinta adhesiva a la pantalla de mi [equipo de edición] Avid donde se leía 'Úsala si la película apesta". No sabemos si el guiño de Cameron se refería a olvidar la edición digital en favor del sistema clásico, consistente en cortar y empalmar película, o si pensaba en otras medidas más drásticas.
Al final, Cameron no tuvo que usar esa cuchilla ni de una manera ni de otra. Como todos sabemos, Titanic batió récords de taquilla, se llevó una sartenada de Oscar e incluso se metió en el bolsillo a algunos críticos que la pusieron a la altura de Lo que el viento se llevó. Aun así, su historia es un buen recordatorio de que a veces, para coronarse rey del mundo, uno tiene que descender a las profundidades.
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