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¿Qué pasó con Johnny Weissmüller, el niño enfermo que se convirtió en Tarzán?

Johnny Weissmüller
MGM

Su auténtico nombre era Jànos, como el dios romano de los principios y los finales. Un dios con dos caras que observan en direcciones contrarias. Justo así era Johnny Weissmüller. En su biografía, conviven el atleta perfecto con el niño quebradizo, sentenciado a una vida corta en la cama; la estrella de cine con un desamparado y solitario anciano olvidado por sus amigos. Y, sobre todas estas siluetas, un hombre columpiándose en una liana. 

Johnny Weissmüller nació en un día como hoy hace 120 años. Su nacionalidad también ha desaparecido con el tiempo: Weissmüller era, como el cine de Berlanga, austrohúngaro. Tampoco la ciudad en la que pasó sus primeros meses existe ya: ahora, pertenece a Rumania, bajo el nombre de Freidorf. El mundo en el que vivió Johnny Weissmüller se marchó con él. Como única huella de su presencia, el grito más famoso de todos los tiempos

Johnny Weissmüller como Tarzán
MGM/Sony

Tarzán en Nueva York

La que sería la encarnación del sueño americano hizo su entrada en los Estados Unidos a través de la isla de Ellis. “Traedme a los que estén agotados, a vuestros pobres, a las hacinadas masas que anhelan ser libres, al desagraciado deshecho de vuestra atestada costa”, reza el poema de la Estatua de la libertad, perfil inaugural de los recién llegados a Nueva York. Si hubieran sabido inglés, Johnny Weissmüller y sus padres habrían pensado que los estaban esperando. 

La familia Weissmüller se trasladó a Chicago, donde residían los abuelos maternos de Johnny. Meses más tarde, nació su hermano Peter, el primer componente enteramente estadounidense de la tribu. Y la vida de los Weissmüller transcurrió apaciblemente durante años. Una familia más, iluminada por el resplandor del American way of life y habitando en el suburbio de una ciudad de nueva planta. Una ciudad levantada sobre la jungla. 

Johnny Weissmüller en su juventud
Archivo

Tarzán aprende a nadar

A los nueve años, Johnny Weissmüller contrae la polio. Para que Salk descubriese la vacuna, quedaba casi medio siglo. En aquellos años, los estadios más graves de esta enfermedad se desarrollaban a la edad de Weissmüller. De cada tres pacientes como él, uno padecía una parálisis total. Los otros podían perder, para siempre, la movilidad de sus extremidades. Los juegos en el jardín cesaron, y Johnny Weissmüller se recluyó en su dormitorio pensando que, tal vez, nunca volvería a correr al lado de su hermano. Y a ganarle siempre. 

El médico que atendió al chico recomendó, como tratamiento preventivo, la natación, así que Johnny Weissmüller y su padre comenzaron a visitar el lago Michigan. El chico disfrutó de una segunda vida en el agua y sus desdichados días en tierra quedaron a brazadas de distancia. Johnny Weissmüller era un nadador nato que vencía a cualquiera que quisiera medirse con él. La polio fue una de sus víctimas. 

Johnny Weissmüller practicando su deporte favorito
Archivo

A los 11 años, se inscribió en la YMCA. Para ello, tuvo que falsificar su edad y añadirse 365 días más, el mínimo estipulado. No fue la última vez que Johnny Weissmüller tomó un atajo en la piscina. Cuando comenzaron las pruebas olímpicas, Weissmüller, que aún carecía de nacionalidad estadounidense, temió perdérselas. 

Su madre ideó un ingenioso plan: ya que el segundo nombre de John era Peter, como su hermano (nacido en Chicago), se presentó con la documentación del benjamín de los Weissmüller bajo el brazo. Nadie puso objeciones y Johnny, de incógnito y aterrorizado, saltó al agua. Los Juegos Olímpicos lo esperaban. 

Tarzán gana cinco medallas de oro

Johnny Weissmüller se convirtió en el primer hombre en recorrer los 100 metros a nado en menos de un minuto. Entre 1924 y 1928, ganó cinco medallas de oro: los Juegos Olímpicos de París y Ámsterdam lo vieron superarse, una vez tras otra, en cada competición. Rompió el récord mundial en todas las ocasiones, con lo que, tras la primera carrera, Weissmüller pasó a competir sólo consigo mismo. De hecho, sacó tiempo para unirse al equipo olímpico de waterpolo, y obtuvo otra medalla, esta vez de bronce. 

Johnny Weissmuller ha sido el Tarzán más famoso de todos.
Archivo

Para cuando se retiró, encadenaba dos años sin perder una carrera. Quizá la más importante de todas se produjo en 1927: mientras disputaba la maratón de Chicago, un barco se fue a pique no lejos de donde se encontraba Weissmüller, que se desentendió de la competición y salió disparado hacia el naufragio. 

Consiguió salvar la vida de 11 personas. Meses más tarde, ya como guardacostas, colaboró en el rescate de más de 60 personas (muchas de ellas, niños) tras el hundimiento de un crucero. Su siguiente objetivo era de naturaleza distinta: Johnny Weissmüller quería conocer a Clark Gable. Por él, entró en la industria del cine y, casi por accidente, se convirtió en Tarzán. 

Yo, Tarzán, Yo, Johnny Weissmüller

Siguiendo la pista de su ídolo, Johnny Weissmüller apareció en la MGM. El escurridizo nadador consiguió llegar todo lo lejos que le fue humanamente posible hasta que las puertas de Hollywood se cerraron. Weissmüller se quedaría a unos pocos metros de estar frente a Clark Gable. Apiadado por la tierna devoción de aquel joven de metro noventa, un asistente le propuso una solución: si decía que iba al casting de una película, lo dejarían pasar. “¿Qué película?”, preguntó Weissmüller. Tarzán, le respondió el asistente. 

Clark Gable y Johnny Weissmüller sólo coincidirían en un documental, Hollywood, Hollywood, de Gene Kelly. De hecho, el propio Gable optaba al papel de Tarzán, pero un desconocido atleta se lo arrebató. “Me preguntaron si podía trepar por una cuerda, nadar, cosas de ese tipo”, contó Weissmüller en un programa de televisión. El cinco veces medalla de oro se encogió de hombros con humildad. Claro que podía hacerlo. Y no hubo más que hablar. 

Entre Tarzán de los monos y Tarzán y las sirenas, su última película como el rey de la selva, Johnny Weissmüller pasó 16 años en la cima del mundo. En total, Johnny fue Tarzán en doce largometrajes, que dirigieron cineastas de la talla de Richard Thorpe. También trabajó para Frank Borzage en uno de sus títulos menos conocidos, Tres días de amor y fe, interpretándose a sí mismo.

Weismüller se convirtió en el centro de atención. Hasta Chita, que en realidad era un macho, se enamoró de él. Y Maureen O’Sullivan, su Jane en siete películas, tuvo que sufrir cómo la cólera del chimpancé cuando ella besaba a Weissmüller. Las ganancias del atleta Johnny pasaron a ser las de Johnny, la estrella de cine: gracias a Tarzán, el húngaro se compró una casa en Acapulco, donde rodó su última película como el rey de los monos, y pudo divorciarse cuatro veces. 

La familia Tarzán al completo
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Su boda con la actriz Lupe Vélez fue un cataclismo de seis años, salpicado de disputas, infidelidades y peleas (el maquillador de Weissmüller en Tarzán tenía que esforzarse para camuflar los arañazos y moratones que Vélez dejaba en el cuerpo del rey de la selva). Una mañana, Weissmüller llegó a su casa y su perro, un cruce de pastor alemán, no vino a recibirlo. Extrañado, el actor buscó a su mascota por toda la casa y la encontró hecha un ovillo en un rincón. Estaba muerta. 

Lupe Vélez no se esforzó en disimular: lo había matado ella misma. Estaba harta de Johnny Weissmüller, pero su marido pasaba demasiado tiempo fuera como para vengarse directamente. Weissmüller contratacó lanzando por la ventana la jaula que contenía al loro de Lupe Vélez. Entre Weissmüller y aquel animal había diferencias: el actor sospechaba que su mujer lo engañaba con Gary Cooper, y el loro se lo terminó confirmando al gritar, cada vez que veía a Weissmüller, el nombre de Gary

Lupe Vélez y Johnny Weissmüller
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Tarzán muere en México

La carrera cinematográfica de Johnny Weissmüller dependía de su vigor físico, y este terminó fallándole. Pese a haber hecho deporte durante años, su corazón no pareció darse por enterado. Johnny Weissmüller se retiró del cine en 1957 y desapareció de la vida pública. 

Se supo, con el tiempo, que la Revolución Cubana lo encontró jugando al golf en la Habana, y que, acorralado por las tropas de Fidel, sólo se le ocurrió gritar a pleno pulmón como Tarzán. Los revolucionarios lo reconocieron al instante y, amablemente, lo acompañaron hasta el aeropuerto para que pudiera abandonar la isla sin peligro. En los setenta, Weissmüller sufrió varios infartos y se hizo internar en un hospital especializado en actores y personalidades del cine. Su cabeza también se rindió: en los ochenta, su mujer declaró que ya no la reconocía.

Johnny Weissmüller en los setenta
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De aquí proceden los nunca confirmados rumores de que Johnny Weissmüller murió creyendo que era Tarzán. Según estos testimonios, las últimas palabras de Johnny Weissmüller ni siquiera fueron palabras, sino el alarido simiesco que lo hizo tan popular en los años treinta. A su entierro, no acudieron compañeros de reparto (excepto la última mona Chita, Samanta) ni familiares, salvo su mujer.

Más de mil mexicanos acompañaron al féretro de Weissmüller a través de las calles de Acapulco. Al llegar al cementerio, quienes portaban el ataúd lo pusieron, con cuidado, en la zanja en la que aún descansa el cuerpo de Weissmüller, y un aullido rompió la quietud de la ceremonia. Era una grabación del grito de Tarzán, que Weissmüller había solicitado que sonase en aquel instante. El grito de un hombre joven y atlético recorriendo una selva en blanco y negro. 

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