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Las sagas de horror y sangre siempre miran al origen, y en el fondo nos gusta

La terrorífica imagen del cartel de 'Posesión infernal. El despertar'
(Warner)

Nos seducen lo nuevo y lo innovador, y más si se consideran los tiempos que vive la industria, pero también nos gusta volver a lo de siempre. Unas apetencias bien marcadas en el cine de terror. Aunque nos cuesta admitirlo, queremos que la sangre y el horror regresen al origen, y Posesión infernal. El despertar es la última película que lo reafirma.

La noticia de que llegará una secuela con vocación de reinicio o, directamente, un remake o un reboot genera, de partida, un profundo recelo revestido de pereza ("Otra vez", pensamos). No obstante, esa distancia se rebaja cuando en las primeras imágenes comprobamos que la propuesta tiene presente su legado en el marco de los nuevos aspectos introducidos. Entonces la curiosidad, poco a poco, gana terreno.

La clave de la aceptación reposa en que detectemos que los cambios se conjugan con un respeto a los cánones del imaginario. Las nuevas entregas/versiones buscan atraer al público joven, al neófito, si bien en el fondo van dirigidas al aficionado familiarizado, ya que de él depende que funcionen. Y al fan le gusta esa posición, a pesar de que implique tragar con la eterna dinámica que siguen los estudios, de la que tanto nos quejamos (con razón).

Ghostface, a lo suyo en 'Scream VI'
(Paramount)

Posesión infernal. El despertar hace pensar tanto en la genial trilogía de Sam Raimi como en la salvaje y notable modulación a cargo de Fede Álvarez. Unas raíces que allanan el camino. Y las dos últimas entregas de Scream, las de la última etapa, exhiben un espíritu de reinvención (Scream VI se autodefine como recuela), un juego que en todo caso se mueve dentro de los resortes esenciales en torno a Ghostface.

En cambio, no faltan los intentos de renovación que no escapan de lo fallido. Menuda frustración la que dejó Spiral. Saw con Chris Rock y Samuel L. Jackson. Aunque pasó parecido con Saw VIII, la solución hallada ha sido la de regresar al redil con Saw X. Sí, con Tobin Bell.

'Posesión infernal' y otras franquicias eternas

Próximamente entrará en escena Insidious. La puerta roja, nada menos que la quinta entrega de la franquicia. Su tráiler es de los que sumergen en una cierta tibieza y lo ofrecido no se antoja demasiado prometedor, pero posiblemente nos acercaremos a ella, aunque sea por Patrick Wilson (aquí además debutante en la dirección), Rose Byrne y Lin Shaye, base de las dos secuelas ya sin James Wan, que a más de uno nos despertaron simpatía en su momento.

Eso sí, luego hay películas que, por varios motivos, no le 'entran' a un porcentaje de amantes de la original, caso de la trilogía de Halloween firmada por David Gordon Green. En contraste, aunque se entiendan y vean los aspectos que molestan, a algunos nos convencen sus formas y su sustrato atrevido. La circunstancia no impide que ambas partes tengan pánico por lo que dicho autor y Blumhouse pueden hacer con su trilogía de El exorcista. Demasiado sacrílego.

La vía televisiva

Dentro de que la ceja se arquea de partida igualmente, por aquello de la vuelta a lo mismo, surgen resurrecciones que, por el nombre de los implicados, exhiben al mismo tiempo una naturaleza interesante. Ocurre con Crystal Lake, la serie precuela de Viernes 13 en la que trabaja Bryan Fuller (Hannibal).

De hecho, la televisión aparece como una senda que puede dar buenos resultados a la hora de relanzar imaginarios. Un ejemplo, la serie de Chucky, tan menor como lúdica. La última revisión cinematográfica de Muñeco diabólico no estaba mal, pero ya nadie se acuerda de ella. Y eso que tenía sus ideas. Más enterrados están todavía, por la fatal comparativa, los remakes de Poltergeist y de Pesadilla en Elm Street.

También se dan 'sorpresas' cuando una saga ha acostumbrado a los continuos bandazos y, de repente, mitiga la decepción que dejó el anterior acercamiento. La matanza de Texas, la secuela directa de Netflix, ofrecía una honrosa brutalidad. Ha caído en el absoluto olvido, como suele ocurrir con casi todo lo que traen las plataformas, señal de que era de las sorpresas que se evaporan enseguida, pero al menos enmendaba el mal sabor de Leatherface.

Lo que de verdad molesta al aficionado al horror son la simple explotación de fórmulas y la falta de ideas, rasgos que suelen verse a la legua. Así ocurrió durante años con la franquicia Hellraiser, con secuelas chapuceras creadas principalmente para no perder los derechos. No pocos ya la han catado, si bien el remake del año pasado, que frena la deriva, continúa inédito en España.

Secuelas de los nuevos iconos

Art, nueva figura del horror
(Selecta Visión)

La atracción natural por las continuaciones y las vueltas al origen, siempre que en definitiva haya cuidado detrás, no significa que no se reciban con los brazos abiertos nuevas figuras del horror y del cine de género con potencial para convertirse en iconos. A su manera ya han alcanzado ese estatus la muñeca M3gan y el payaso Art, que lleva el arquetipo del payaso psicópata a otro nivel. En este punto, se repite el ciclo y lo que se esperan son las secuelas. ¿Qué amante del gore extremo no querría un Terrifier 3? A poder ser, Damien Leone, con aun más música synthwave y menos metraje.

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