Sitges 2023 | Los peligros del sonambulismo en 'Sleep': el cine de terror surcoreano sigue brillando
En 2017, Bogdam, de tan solo cuatro años, fallecía en la región rusa de Krasnoyarsk. El pequeño caminaba sonámbulo en mitad de la noche hasta la casa de sus vecinos, en una época del año en la que las temperaturas rozaban los menos veinte grados y sin ropa de abrigo, y encontraba este fatal desenlace.
Este es tan solo uno de los tantísimos incidentes relacionados con los trastornos del sueño que se producen anualmente en todo el mundo, después de que las personas puedan levantarse de la cama mientras duermen, hablar, comer o cometer imprudencias que les cuesten su vida o la de los que les rodean. Todo sin ser conscientes de ello.
Se calcula que en España entre el 1 y el 15% de la población es sonámbula, y los episodios pueden durar desde minutos hasta una hora. Un lapso de tiempo en el que el sonámbulo puede abrir sus ojos y acometer acciones extrañas como mantener conversaciones hacia la nada u orinar en cualquier lugar, suponiendo una incomodidad y un temor añadido para aquellos que se encuentran alrededor.
'Sleep': crítica de la película
Partiendo de los conocimientos que tenemos sobre el sonambulismo y los conflictos que afectan a aquellos a los que lo sufren, el director Jason Yu ha aprovechado esta problemática para ahondar en las consecuencias en su ópera prima, Sleep, que arrasaba en su paso por el Festival de Cannes y ahora repite éxito en Sitges.
Los actores Lee Sun-kyun (Parásitos) y Jung Yu-mi (Train to Busan) sostienen el peso dramático y el suspense del filme, en una clase magistral de interpretación. Este binomio interpreta a una pareja conformada por un actor de poca monta y una oficinista embarazada, acompañados de su perrito Pimiento. Una familia feliz que empezará a verse afectada por los extraños comportamientos de él cuando empieza a hacer patente su sonambulismo, poniendo en riesgo a todos.
Soo-jin intenta servir de guía a su marido en el seguimiento del tratamiento, donde inicialmente acepta a rajatabla todo lo que siempre se ha dicho sobre las personas que se levantan en sueños- de no despertar al sonámbulo y conducirle a la cama, hasta poner alertas para enterarse de si sale del hogar-, pero la ineficacia de los medicamentos provocan que finalmente la trama explote y vire inesperadamente hacia el fantástico de la manera más atrevida y valiente posible, convirtiéndose en un thriller fantasmal donde la realidad y la fantasía comienzan a difuminarse.
Exorcismos, fantasmas de antiguos amores y sanatorios se transforman finalmente en las grandes bazas de un filme que sufre una verdadera metamorfosis en su desarrollo. Un ejemplo más del buen hacer del cine de terror de Corea del Sur que ha hecho que todas las productoras, distribuidoras y plataformas de streaming busquen a nuevos talentos en este país.
Más allá de la oleada de producciones surcoreanas de fantasía, terror y suspense, de la que inexorablemente se nutre Jason Yu y a la que añade su propia piedra en el camino, el realizador también insiste en este estudio de mayúsculo interés para el cine desde hace décadas a través del insomnio, la parálisis del sueño o el terror nocturno.
En 2020, el canadiense Anthony Scott Burns hacía que la actriz Julia Sarah Stone se enfrentara a sus peores pesadillas como Sarah en Come True (Se hacen realidad), quien acudía a una innovadora terapia para frenar por completo sus extraños sueños y causaba que los límites con el plano onírico desaparecieran. La misma senda en la que ahora incide Jason Yu.
Pero la lista de películas que retratan los trastornos del sueño es extensa, con títulos tan aclamados como La gran huida (1984), Insomnia (2002), El maquinista (2004), La ciencia del sueño (2006) o incluso la joya de la animación Paprika (2006). Un miedo recurrente que sin duda hará que muchos empaticen de una mayor manera con el título de Jason Yu, quien debuta ahondando en los temores más profundos de la humanidad.
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