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Sparks y el diablo de Hollywood

Sparks y el diablo de Hollywood

El año es 1956 y el lugar es Estocolmo, aunque quizá no lo sea. Ingmar Bergman acaba de ser galardonado en Cannes por Sonrisas de una noche de verano. El genio sueco, llevado de un extraño deseo que ni él mismo sabe explicar (“quizás la necesidad de hacer algo… muy poco Ingmar Bergman”, aventurará más tarde) entra en un cine para adocenarse en la visión de la clásica película de acción americana, un artefacto de puro escapismo.

Cuando sale del cine, Bergman no reconoce la calle donde el cine estaba ubicado. No es la calle de Estocolmo que él esperaba encontrar a la salida. Antes de que su perplejidad pueda convertirse en horror, una enorme limusina se detiene a su altura. El conductor del vehículo se apea y cordialmente abre la puerta para que suba. La convicción del conductor y su propio estupor parecen anular su voluntad, y Bergman obedece.

— Señor Bergman, bienvenido a Hollywood.

En pocos minutos, se encontrará en presencia de los altos ejecutivos de un importante estudio, quienes le propondrán desarrollar el resto de su carrera en la meca del cine. A partir de ese momento, si se decide a dar el paso, Bergman contará con presupuestos con los que jamás habría soñado, así como con grandes estrellas del celuloide, a su completa disposición. Sin embargo, aceptar la propuesta traería consigo también sacrificar buena parte de su integridad artística, vender su alma al diablo del glamour y la frivolidad. Bergman duda, y su duda (como cada cosa en que se implica el gran creador) está atravesada de tormento.

Lo que acabo de sintetizar es el argumento de La seducción de Ingmar Bergman, una fantasía musical compuesta por Ron y Russell Mael (más conocidos para el mundo de la música contemporánea como Sparks) que, tras su primera versión para radio, está cerca de convertirse en una película dirigida por el prestigioso director canadiense Guy Maddin, y en cuyo reparto aparecerán nombres tan ilustres como el de Jason Schwartzman.

No hay en la música pop un fenómeno de culto tan longevo y avant-garde como Sparks. Si quieres conocer el disco que a la tierna edad de ocho años convenció a Björk de que debía dedicarse a la música, hazte con Kimono my house (1974). Con raíces en el glam-rock británico (pese a ser de Los Angeles), los hermanos Mael han sin embargo experimentado numerosos cambios de estilo a lo largo de sus cuatro décadas de existencia, profundizando en géneros tan dispares como la música de baile o el chamber-pop, con reminiscencias de la new-wave o el cabaret berlinés. Adorados por Depeche Mode, Franz Ferdinand o el mismísimo Morrissey, su prestigio como banda de referencia (sostenido a lo largo de su evolución por las brillantes letras de Ron Mael y la acreditada garganta de su hermano Russell) es inmarcesible.

En 2008, Sparks fueron comisionados por Swedish Radio para la composición de un drama musical que guardara relación con algún aspecto de la cultura sueca. Siendo ambos grandes seguidores del genio, se decantaron por trabajar en una idea que pudiera servir de tributo a Ingmar Bergman. La larga pieza musical The seduction of Ingmar Bergman disfrutó de una muy cálida acogida.

¿En qué momento del proceso se decidió que lo que había comenzado como un producto radiofónico tomaría forma cinematográfica? Ron toma la palabra: "Al principio no se nos ocurrió que la idea de esta composición musical terminaría evolucionando hasta convertirse en una película. Pero imagino que era inevitable que gradualmente, dentro de nuestras cabezas, comenzáramos a traducir la música en imágenes. Siempre hemos sido grandes cinéfilos. En nuestra época de universidad íbamos a ver películas de Bergman. Por entonces estaba de moda que los jóvenes disfrutaran con un cine más intelectual, más artístico. Por desgracia hoy en día, al menos en Estados Unidos, parece que este tipo de cine solo es seguido por septuagenarios. Es una pena. Pero dejando eso a un lado, la verdad es que siempre amamos al cineasta sueco. Este encargo se convirtió en una gran ocasión para hacer algo a través de lo cual pudiésemos homenajearle. Y se nos ocurrió esta idea demencial de trasladarle mágicamente a Hollywood para que el jefe de un gran estudio le diera la opción de producir su cine allí, como hicieron con éxito otros grandes directores europeos (Hitchcock, Wilder…)".

En 2011, una más elaborada representación de la obra tuvo lugar en un teatro de Los Angeles, con ocasión del Festival de Cine de la ciudad. Fue en ese momento donde Sparks trabajó por primera vez con Guy Maddin, director canadiense fervientemente admirado por los hermanos Mael y que resultó ser, asimismo, un gran fan de Sparks. Pero sus caminos estaban destinados a trascender esta colaboración ocasional y unirse en la ambición de llevar La seducción de Ingmar Bergman a la gran pantalla. Tanto Russell como Ron tuvieron claro desde el principio que Maddin, cuyo estilo ha sido comparado con el de David Lynch, y cuya capacidad para recrear el estilo y la textura del cine en blanco y negro le ha convertido en un autor de culto, era el indicado para dirigir La seducción…

“Es extraordinario” comenta Russell, simplemente. “Y la idea de aplicar su estética a este material nos emociona. Guy respondió con entusiasmo a nuestro acercamiento para este proyecto, lo cual es muy gratificante. Al principio pensamos: bueno, quizás sea un gran seguidor nuestro, pero eso no implica que quiera invertir su tiempo y su energía en este material. Temíamos eso porque él siempre escribe sus propios guiones. Así que nos animó mucho el ver que estaba deseando trabajar en una historia que no era de su cosecha, como es lo habitual, sino de la nuestra”.

“Estuvimos en Cannes, donde las cosas nos fueron muy bien”, añade Russell refiriéndose al estado actual del proyecto. “Tenemos dos productoras que van a apostar en esta iniciativa con nosotros, y están seguros de que podrán anunciar las fechas del rodaje en la reunión del American Film Market que tiene lugar en Noviembre en Los Ángeles. Están convencidos de que todo habrá encajado para entonces. El papel de Bergman será para Peter Franzen, el actor más conocido de Finlandia. La música será parcialmente regrabada. De hecho, la música se va a ampliar. Hay una nueva escena que Ron ha compuesto para Jason Schwartzman. Jason es un gran fan de Sparks y de este proyecto, en el cual ha querido estar presente desde el principio. Y lo estará. Cuando Bergman está agotado de tanto esquivar el acoso de toda la gente que le tortura en Hollywood, y se encuentra en el lobby del hotel pensando que va a disfrutar al fin un momento de tranquilidad, el personaje interpretado por Schwartzman aparece y le canta una canción llamada Smiles of a summer night, animando a todos los presentes en el hotel a unirse al cántico en homenaje a Bergman, lo que por supuesto es la última cosa en este mundo que Bergman quiere. Es un gran placer poder contar también con Jason en esta aventura”, subraya Russell.

Además de Schwartzman y Franzen, en esta película sobre películas concebida por un grupo de música hay por supuesto otros personajes. En la versión del CD los propios Sparks interpretan (cantan) algunos de ellos. ¿Actuarán en el film?

Ron: “Probablemente haremos los mismos papeles que hacemos en el disco. De esta forma, yo interpretaré al conductor de la limusina que transporta a Bergman milagrosamente hasta Hollywood. Russell interpretará a Gerald Geoffrey Wise, el jefe del estudio, el hombre que trata personalmente de seducir a Bergman con los encantos de Hollywood. Y probablemente interprete también al tipo que dirige los cánticos al final, cuando Bergman está gloriosamente de vuelta en Estocolmo. De momento, Maddin y los productores parecen tener mucha confianza en nuestras habilidades interpretativas”.

Hay en La seducción... infinidad de detalles admirables. Uno de ellos es la elección del momento en el que la fantasía concebida por Ron tiene lugar. Se trata del año 1956, cuando Bergman acaba de obtener en Cannes un sonoro éxito por Sonrisas de una noche de verano. Podía haber sido elegido cualquier otro momento en la vida del cineasta. Pero Ron se decanta por este. Funciona de maravilla.

Ron explica: “Ese evento (Cannes, 1956) se nos reveló como el momento adecuado para situar la acción. Fue como un dispositivo que nos servía para empezarlo todo. Ese premio en Cannes fue un gran progreso para Bergman, así que probablemente estaba en un estado mental caracterizado por un hipotético nivel de aceptación de lo que (en nuestra fantasía) estaba a punto de sucederle, en el sentido de obtener una mayor audiencia y reconocimiento. Pero lo llevamos al extremo, situándole ante un dilema de proporciones faustianas: Bergman debe decidir hasta qué punto está dispuesto a vender su alma, decidir si debe o no cercenar su propia creatividad como artista, ceder al vil metal. Tuvimos que elegir un momento de su vida en el que alguien tan fuerte e inflexible como Bergman pudiera realmente estar tentado a ceder. Si ese momento existió alguna vez, fue probablemente en este punto de su carrera, tras el éxito de Cannes”.

Otro momento estelar es la aparición de Greta Garbo hacia el final de la película. El papel que Garbo representa al final es salvífico: en una aparición espectral en la playa de Santa Mónica, ofrece a Bergman la solución para escapar del acoso de Hollywood. Tiene todo el sentido que sea ella quien conduzca a Bergman al final de su pesadilla. Para entonces Garbo ya estaba retirada y dos años antes, en 1954, había rechazado el Oscar honorario de la academia con el argumento de que quería estar “sola”. La estrella de Hollywood que más fielmente representa el rechazo al estrellato es quien ayuda a Bergman a zafarse del mismo, haciendo posible la huida de su compatriota a través de un nuevo ensalmo cinematográfico.

Los diálogos cantados de La seducción... están trufados –como sucede con toda la obra de Sparks- de ingenio y vis cómica. Cito a Ron y Russell en uno de mis momentos favoritos, que ellos no dudan en celebrar al alimón.

Works of art can also work

For some Midwest creepy jerk

(Las obras de arte también pueden funcionar

para algún gilipollas del Medio Oeste)

Ron: “Es la frase que el jefe del estudio de Hollywood utiliza para intentar convencer a Bergman de que hay un terreno intermedio entre la comercialidad y la creatividad. Aparece en un momento de la trama donde sus palabras son traducidas por una intérprete sueca. No tenemos ni idea de cómo tradujeron eso al sueco. Esperamos que encaje con el tono general de la obra".

No hay duda de que están emocionados con el proyecto. ¿Qué es lo que más les ilusiona? Ron: “Una de las cosas que más valoramos es que Guy Maddin está tan interesado en hacer esto. Realmente pensamos que es uno de los directores más grandes de cuantos siguen en activo”.

Russell: “ Este proyecto puede servir tanto a nuestros intereses como a los de Maddin, y para Maddin creo que realmente puede ser útil en el sentido de ayudarle a llegar a un público más amplio sin necesidad de vender su alma al diablo de Hollywood, como Bergman está tentado de hacer en la película”.

Ron: “En The Saddest Music in the World, una de nuestras cintas favoritas de Maddin, el uso de la música es formidable. Es halagador que alguien de su estatura esté tan comprometido en este proyecto, que ha aunado muchas voluntades. Todo el mundo rema en la misma dirección”.

Russell: “Los productores no ven la película como un film indie o como una rareza que no verá nadie. Puede llegar a un público. Y el momento parece ser bueno. ¡Puede funcionar incluso para algunos gilipollas del Medio Oeste! Fíjate en The Artist: nadie habría esperado semejante éxito de una película muda y en blanco y negro. Odiamos cuando la gente dice: 'Sí, muy bonito, pero ¿dónde está el público para esto?' ¡El público está en todas partes!”

Sería muy fácil caer en el cliché de una banda veterana que, a pesar del tiempo transcurrido, continúa hirviendo de emoción cuando habla de su nuevo proyecto. El caso de Sparks transciende el lugar común, porque el tiempo transcurrido son ya más de 4 décadas, porque son 4 décadas del más feroz eclecticismo, porque son el único grupo de su generación del que cabe esperar cosas rabiosamente nuevas y porque (qué demonios) es verdad que hierven de emoción como principiantes cuando hablan de esta muy posible película imposible. Este proyecto cinematográfico no detiene su incombustible carrera musical: podrás verlos en directo en España como parte de su gira The revenge of Two Hands One Mouth (6 de diciembre en Barcelona, 7 de diciembre en Madrid).

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