Cinemanía - Noticias

Cannes 2022 | El deseo sexual de Claire Denis se vuelve más agónico y pegajoso que nunca en 'Stars at Noon' con Margaret Qualley

Stars at Noon
Cinemanía

Hacía tiempo que una película de Claire Denis no generaba la división de opiniones polarizadas que despertó Stars at Noon a su paso por la competición del Festival de Cannes. En los últimos años, la cineasta francesa había consolidado su lugar entre los primeros espadas del cine mundial, una legitimación mediática de lo que la cinefilia ya sabía desde los primeros 2000, pero que había coincidido con una cierta domesticación de sus códigos desde la cima radical de L'intrus (2004).

Así, después de ganar el Oso de Plata de mejor dirección en el Festival de Berlín con Fuego, unos meses después ha presentado en Cannes una película que pudo pillar a sus apologetas recientes con el paso cambiado pero contiene los elementos característicos del cine Claire Denis al máximo grado de pureza. Stars at Noon regresa a la rotundidad del romance desesperado en títulos como Vendredi soir (2002) o 35 rhums (2008) contando una historia de amor agónico entre Margaret Qualley Joe Alwyn ambientada en Nicaragua durante los años 80.

Ese aspecto ambiental, tomado de la novela de Denis Johnson sobre la revolución sandinista que adapta el guion de Denis, Léa MysiusAndrew Litvack, realmente es lo de menos en términos de literalidad. La película no se rodó en Nicaragua, sino en Panamá durante la pandemia de covid, lo que contribuye a que su visión de América Central resulte amorfa y desubicada, lo que da completamente igual pues la historia podría desarrollarse en cualquier lugar donde haya un avispero de agentes extranjeros (genial Benny Safdie como agente de la CIA), policías corruptos y revolucionarios violentos entre quienes la periodista interpretada por Qualley deambula con el pelo encrespado y el gaznate reseco.

Como si fuera un personaje de Hunter S. Thompson, Qualley va de bar en bar encadenando tragos de ron mientras intenta vender artículos por videollamada a su editor (John C. Reilly) y averiguar qué diablos está haciendo con su vida para haber acabado en esta situación. En medio de un denso enjambre de agentes, espías y contrarrevolucionarios tan incomprensible como el ovillo conspirativo de Abel Ferrara en la magna New Rose Hotel, la protagonista conoce al hombre de negocios con el que intentará una desesperada huida de amour fou.

Claramente esto último es lo que más interesa y siempre ha interesado a Denis. El tratamiento de la relación entre los protagonistas, su progresión de mera transacción carnal a puro arrebato de pasión táctil recibe el tratamiento habitual en la cineasta gala de compartimentación de los cuerpos, apoyada en la fotografía embriagadora del gran Eric Gautier y el manto musical de Tindersticks que cubre escenas de sexo donde los cuerpos se pegan cubiertos de sudor y las manos dejan marca sobre la piel que agarran.

La escena cumbre de Stars at Noon llega de manera tan inesperada como el propio discurrir de su narración ambigua, que se desplaza a la velocidad de una lengua de lava en una película de Antonioni. La pareja baila fusionada en una pista de discoteca desierta cuya frialdad alcanza la abstracción pero que dispone de un DJ entregado a la causa de los beats. 

El efecto, cuando se abre el encuadre en un filme obsesionado por los primerísimos primeros planos de rostros y cuerpos, es tremendo; como en aquel momento de La puerta del cielo en el que Kris Kristofferson e Isabelle Huppert podían bailar a solas después de la danza multitudinaria. Cuando estoy contigo, el mundo alrededor desaparece; todos los espacios son liminales sin ti. Stars at Noon integra el vértigo del amor embriagado con el dolor punzante de la resaca en un mismo relato continuo. 

Quieres recibir todos los viernes en tu correo las mejores recomendaciones de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

loading...