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Cannes 2022 | ‘War Pony’: Riley Keough emociona con su debut en la dirección

War Pony
Felix Culpa

Otra curiosa y bonita coincidencia en este Cannes 2022: en la misma edición, con solo unos días se diferencia, se ha visto y verá en La Croisette el nuevo biopic de Elvis Presley, dirigido por Baz Luhrmann, y War Pony, la primera película como directora de Riley Keough, nieta del rey del rock.

La que hasta fuera solo actriz, conocida por The Girlfriend Experience o Mad Max: Fury Road, demostraba doble felicidad estos días por el Festival. Primero que su película fuera seleccionada en Un certain regard, ya con eso es una validación a un trabajo en el que lleva trabajando casi desde American Honey (2016) y después ver el filme sobre su abuelo, que le hizo llorar junto a su madre y abuela.

Precisamente fue en el rodaje de American Honey donde conoció a Franklin Sioux Bob y Bill Reddy. Ellos iban como actores secundarios para un día, ambos naturales de la reserva Pine Ridge en Dakota del Sur, y acabaron arrancando una amistad que ha terminado dando como fruto War Pony, que Riley Keough dirige junto a su amiga Gina Gammell.

La película es la historia de dos chavales de esa misma reserva: Matho, preadolescente, y Bill, de veintipocos. A priori dos historias paralelas, aunque bien podrían ser la misma. El primero vive con su padre, camello de metanfetamina, y con un deseo incontrolable de crecer y ser un macho alfa como el único referente que conoce. El segundo no tiene oficio ni beneficio, pero sí dos hijos de distintas madres y el sueño inesperado de ser criador de perros de raza, un dinero fácil cree él.

Se mueven por pura supervivencia. Viven al día, en una miseria absoluta. No solo ellos, toda la comunidad, asolada por las drogas, la pobreza, el abandono, los años y años de desprecio. Aun así, ambos personajes tienen círculos de amigos fuertes, apoyo familiar y vecinal. La participación en el guion de Franklin Sioux Bob y Bill Reddy cargan de realidad cada imagen y anécdota, también que las dos directoras se hayan pasado meses allí con ellos, conociendo su gente y su universo.

Y quizá por eso, o siempre con esa intención, miran a sus personajes con una ternura y emoción que va ganando según avanza la película, que va convenciendo y enganchando. No es una historia originalísima, pero ese amor hacia sus personajes, ese ponerse de verdad a su nivel, con lo bueno y lo malo, retratándolos desde el optimismo y el espíritu de felicidad a pesar de todo, es suficiente para convencer en el paso de Riley Keough de la interpretación a la dirección.

Periodista cinéfila y escribiendo (libremente) desde Nueva York sobre películas y sus alrededores culturales en CINEMANÍA y otras publicaciones

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