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'Batman': el triunfo del camp en la televisión tuvo alas de murciélago

Adam West como Batman
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Todo empezó de forma casual, en un vuelo rumbo a Nueva York. El productor William Dozier no era fan de Batman, pero se compró varios tebeos de este superhéroe para entretenerse en el avión. Leer aquellos cómics le hizo plantearse una prometedora idea: él mismo se encargaría de producir una serie de televisión donde se narrasen la doble vida y las aventuras del ricachón Bruce Wayne. Y aquella fue la verdadera génesis de Batman (1966), una icónica serie de culto que empezó a emitirse en la cadena ABC hace ahora 55 años.

Desde el minuto uno, Dozier tuvo bastante claro cómo quería abordar el proyecto. Sabía que la serie debía contar con un generoso presupuesto, que debía tener un tono de comedia camp, y que sí o sí precisaba de un actor ágil y de cuerpo aparentemente atlético para el papel de Batman —que acabó encarnado por Adam West—, y de otro de apariencia más normal —con el que los chavales pudieran identificarse— para el de Robin.

“William Dozier tenía claro que la única forma de ser fiel a lo que había en las viñetas era no tomárselo en serio”, comenta Doc Pastor, periodista especializado en cultura pop y autor de los libros ¡Batman! La inolvidable serie de los 60 y Batman: Dentro de la Batcueva. “Pero no hay que olvidar que, justo en los años previos a su estreno televisivo, en los cómics aparecieron Ace (el batsabueso) o el duendecillo Batmito, hubo aventuras muy en la línea de la ciencia ficción de serie B, o un futuro imaginario en el que se casaba con la Batwoman original, por citar algunos ejemplos. La idea posterior y más moderna de Batman, que entronca directamente con el justiciero concebido por Bill Finger y Bob Kane en 1939, todavía estaba por llegar”.

No es osado afirmar que el serial para televisión resultó un éxito desde su estreno, en enero de 1966. Ni tampoco lo es señalar que Batman sacó del ostracismo al tebeo original de Bob Kane, y conquistó totalmente a los espectadores con su mítica sintonía, sus planos enormemente coloridos, la aparición en pantalla de onomatopeyas cada vez que había peleas, sus frases ingeniosas, su cuidado vestuario y esos geniales guiones presididos por el humor, la sátira y los dobles significados.

Batman y superenemigos

Pero es indiscutible que otra de las grandes claves del éxito de la serie fue la cabalgata de villanos que desfiló por la ficticia Gotham City a lo largo de los 120 episodios de vida de Batman. Carismáticos malvados que (en muchas ocasiones) le hacían sombra a los propios superhéroes, y que llegaron a ser interpretados por actores tan conocidos como Vincent Price o Joan Collins. Los cameos en los que los personajes asomaban por la ventana mientras Batman y Robin trepaban por la fachada se convirtieron en una seña de identidad. 

La atractiva Julie Newmar, que dio vida a Catwoman durante apenas trece episodios, dejó huella encarnando a esa sensual ladrona con antifaz y diadema con orejas de gato que de vez en cuando coqueteaba con el caballero oscuro.

Como también la dejaron gente como Cesar Romero, quien se negó a afeitarse el bigote —pero al menos le permitió a la maquilladora disimularlo con maquillaje blanco— para encarnar al payaso psicópata Joker, o Burgess Meredith, que empezó a usar el característico graznido de su personaje —Pingüino— para disimular la tos provocada por los incontables cigarrillos que tuvo que fumarse por exigencias del guion.

Batman y superamigos

Los dos actores protagonistas, Adam West y Burt Ward —que, como el resto del elenco, cobraban un pastizal por su trabajo—, no se conocían de nada cuando Batman empezó a filmarse. Sin embargo, la química existente entre ambos acabó traspasando la pantalla y aportó calidad a la ficción. 

Además, West y Ward cultivaron una amistad que duró hasta la muerte del primero. “En una ocasión, Adam West se olvidó de que tenía un encuentro con los medios en su habitación del hotel, y salió del dormitorio semidesnudo y con dos mujeres con las que había pasado la noche. El propio Burt Ward dijo que en esos años [Adam y él] se convirtieron en dos ‘vampiros sexuales’”, comenta el periodista vallisoletano. 

Algunos llegaron a especular con la posible homosexualidad de Batman y Robin. Esta incógnita nunca llegaría a despejarse, pero es evidente que el fiel compañero del hombre murciélago se convirtió con el paso de los años en todo un icono gay.

Robin tiene un problema entre las piernas

Sea como fuere, Burt Ward tenía apenas 19 años cuando empezó a trabajar en la serie. Aquella circunstancia no parecía un problema puesto que, aunque el actor debía disimular la edad, daba el pego bien gracias a su rostro aniñado. Pero la Legión Católica de la Decencia se quejó un día a la cadena de que el actor no parecía un adolescente, debido sobre todo al volumen de su paquete. 

Los vestuaristas intentaron entonces solucionar aquel 'problema' poniéndole a Ward ropa interior doble, un sujetador de pene y hasta un ajustatestículos. Pero nada de eso logró satisfacer a sus perseguidores, así que la ABC acabó sugiriéndole que probara a tomar pastillas para reducir el pene. 

“Las tomé durante tres días y luego decidí que probablemente podrían impedirme poder tener hijos [en un futuro]. Dejé de hacer eso y tan solo usé mi capa para cubrirlo”, confesaría años más tarde el propio Ward.

Paquetes a un lado, la serie estuvo funcionando bastante bien durante sus dos primeras temporadas. A partir de entonces, los niveles de audiencia empezaron a descender bastante y la cosa se fue poniendo fea. Sus responsables intentaron salvarla —recortando el gasto en efectos y decorados, e introduciendo el personaje de Batgirl—, pero los elevadísimos costos de producción —tan solo el decorado de la cueva de Batman costó casi un millón de dólares de la época— imposibilitaron cualquier atisbo de continuidad. Ahora bien, aquel triste final no impidió para nada que la serie dejara una huella imborrable en varias generaciones de telespectadores.

La vida después de Batman

Adam West ganó bastante popularidad gracias a su papel en Batman, pero jamás logró escapar ya al hombre murciélago. Aunque nunca dejó de trabajar —rodó más de 60 películas y participó en más de ochenta series de televisión—, el de Washington no volvió a saborear las mieles del éxito de la forma en que lo hizo encarnando a su alter ego heroico. Fue incapaz de superar del todo el siempre temido encasillamiento, pero tampoco se autofustigó sobre ello. De hecho, fue más bien al contrario. “Decidí desde el principio abrazar al personaje. ¿Cuántos actores tienen la suerte de interpretar un personaje que se vuelve icónico?", comentaría el propio West en una entrevista con The Guardian.

Hay un consenso más o menos claro en torno a la batmanía que desató la psicodélica serie. “El personaje llegó a lo largo y ancho del mundo", apostilla Doc Pastor. "La producción fue muy bien acogida en Japón y en Latinoamérica, aunque a nuestro país tardó mucho más en llegar debido a la situación política que se vivía entonces. Es una serie que ha logrado tener admiradores de todas las edades. Los dibujantes y guionistas la siguen homenajeando. Cuando falleció Adam West, se le honró en su ciudad, se proyectaron la batseñal y su nombre en el ayuntamiento, se hizo un acto al que acudieron centenares de personas (abuelos, padres, hijos y nietos, adultos y pequeños disfrazados por igual), y no era por una malentendida nostalgia. La serie ha logrado pervivir, crecer y cosechar nuevo público a lo largo de más de medio siglo de vida, y eso es por algo”.

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