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Crítica de 'El Decamerón' de Netflix: nobles y siervos, mezclados y agitados durante la peste negra

Una escena de 'El Decamerón'
NETFLIX

Cuando el ser humano se encuentra al borde del abismo, las pasiones afloran. Así es nuestra naturaleza y así la describió –extrema, trágica y superviviente– el gran genio de las letras italianas y uno de los padres de la literatura europea, Giovanni Boccaccio en su famoso El Decamerón, escrito sobre el 1349. 

El Decamerón es fruto de su tiempo, porque ese compendio de relatos muy dispares, algunos violentos y otros de una sensualidad sorprendente, nacen de un hecho histórico terrible: la peste negra que azotó el continente a finales de la Edad Media. Los primeros compases de ese libro comienzan así, de hecho, cuando un grupo de nobles abandona Florencia para, en las afueras de la Toscana, buscar refugio. 

La huida es también el punto de partida de El Decamerón, la serie desarrollada por Kathleen Jordan (Dos balas muy perdidas) para Netflix que se apropia de Boccaccio para contar su Decamerón de una manera más cercana a las inquietudes actuales. 

De la peste en Florencia escapan, entre otros, Pampinea (Zosia Mamet), una insoportable aristócrata considerada vieja a sus 28 años que está desesperada por casarse; su sirvienta Misia, interpretada por Saoirse-Monica Jackson (Derry Girls); la signora Filomena (Jessica Plummer) y su sirvienta Licisca, encarnada por Tanya Reynolds. Del resto de personajes, destaca Sirisco, el mayordomo de la villa (Tony Hale).

¿Has podido ver  la serie? ¿Qué te ha parecido? Te contamos lo que nos ha parecido a nosotros, como siempre con algún que otro SPOILER, pero sin desvelar el destino de sus incautos protagonistas.

'Eat the rich' renacentista

Para aquellos puristas que acudan a Netflix en busca de algo de la finezza de Boccaccio o del erotismo de Pasolini, que ya filmó en 1971, les advertimos de que se darán de bruces, porque El Decamerón apenas toma el marco del autor renacentista para elaborar una crítica a los desmanes de las clases privilegiadas durante el peor de los escenarios posibles.

Por resumir muy someramente, podríamos decir que Jordan ha elaborado un 'adiós Boccaccio, hola White Lotus', pero ubicado en un palacio renacentista exquisito, en una tragedia pandémica en diez capítulos y al ritmo de New Order y Depeche Mode. Es decir, estamos ante un producto cien por cien contemporáneo.

La Schadenfreude, definida por la RAE como el placer malicioso que sentimos cuando  alguien sufre un percance, no es nada nuevo bajo el sol de la creación audiovisual. De Parásitos a Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, El triángulo de la tristeza o la citada The White Lotus, parece que cualquier relato de crítica social tenga que pasar sí o sí por ahí y, es más que probable, que el trauma dela covid tenga que ver con ello. 

Una escena algo tensa de 'El Decamerón'.
Netlifx

Una de las virtudes de El Decamerón es que el miedo pandémico –el miedo a la enfermedad, la putrefacción del cuerpo y, en definitiva, a la muerte– está en el centro. Y no solo el miedo, sino también los bubones, las gangrenas y los muertos; un magma terrorífico del que huye este variopinto fresco de personajes, todos con un secreto anidado en su corazón. 

La fiesta del anacronismo

Aunque lo que les espera a los personajes de la serie sea de todo menos una fiesta, El Decamerón no solo celebra el formato claustrofóbico del Diez negritos, de Agatha Christie (o del Gran Hermano, si buscamos una referencia más actual), sino también otras constantes. 

Para empezar es una fiesta de dramedia histórica anacrónica, continuista asimismo de una cierta tendencia actual en el terreno de las series de época, como My Lady Jane o Los Bridgerton, en el que pasado y presente se abrazan sin disimulo. La historia, los magníficos decorados, el también muy lustroso vestuario y ciertos dejes de la atmósfera son el anclaje de la serie con el siglo XIV, pero la música, la variedad étnica, los gestos y el lenguaje nos devuelven al XXI.

Pampinea (Zosia Mamet), siendo servida por Filomena (Jessica Plummer).
Netflix

A pesar de las libertades que la serie se toma con el material original, que no son pocas, El Decamerón de Netflix guarda fidelidad a Boccaccio al hacer de la pandemia su núcleo temático. Eso sí, y a diferencia del genio italiano, la serie no logra lo que sí consigue el texto original: erigirse como un verdadero canto a la vida y su sensualidad. 

Es cierto que los culebrones y conflictos entre los personajes, cada vez más oprimidos por la paranoia, la claustrofobia y las dinámicas de poder, son divertidísimos en no pocos momentos, y que los primeros cuatro episodios de la serie entretienen sobremanera por el vaivén de giros argumentales y tonos, pero a partir del giro radical del quinto capítulo la ecuación parece tocar techo y roza el empacho. 

Y es que no hay que jugársela con la fórmula 'eat the rich', porque hay veces que le sienta bien al estómago y hay otras que no. Dejémoslo en que los aperitivos de El Decamerón son excelentes, así como algunos de sus personajes. Pampinea, en concreto: una pijaza para la historia.

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