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Palabra del inspector Pelayo: las mejores frases del líder de ‘G.E.O.: Más allá del límite’

'G.E.O. Más allá del límite'
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David Miralles, productor ejecutivo de larga trayectoria, se pone tras las cámaras en G.E.O.: Más allá del límite. Una producción original de Amazon destinada a hacerte partícipe del desafío que implica convertirse en miembro de la unidad de élite de la Policía Nacional, formada para actuar en las situaciones más críticas en cualquier lugar del mapa. De factura potente y tono vitaminado, condensa siete meses y medio de formación infernal. Cien policías nacionales aspirantes a formar parte del G.E.O. se someten a las órdenes del equipo de instructores. Deberán enfrentarse a sus demonios interiores para renacer como miembros de una hermandad única en el mundo.

Los candidatos serán sometidos a duras situaciones que pondrán a prueba su resistencia física y mental. Una de estas tiene lugar durante una madrugada tras una extenuante jornada. Les voy a poner una película que tiene muchos premios, bastante buena. Quiero que la vean con atención. Obviamente, tienen prohibido dormirse, comenta el policía Ayora, uno de los instructores, segundos antes de que arranque la película en una pequeña televisión y la sala en la que están quede en penumbras.

Están exhaustos, pero bastará con que solo uno de ellos cabecee para que todos repitan el visionado, una vez concluya. La película en cuestión es Europa (1991), de Lars von Trier. Una hipnótica fábula en blanco y negro expresionista, con algunas partes en color, que homenajea el cine negro clásico y tiene el mérito de discurrir en una fascinante atmósfera de duermevela. Y sí, la verán dos veces seguidas –que se sepa–. Menos mal que el Inspector Pelayo y cía no subieron el nivel de exigencia cinéfila decantándose por otra Europa, en este caso de 2017 y dirigida por Miguel Ángel Pérez Blanco. De nuevo una fábula, pero definitivamente experimental. Eso sí que sería un reto –para quien se atreva, está en Filmin–. Sin más dilación, repasemos las one-lines.

I. Me da igual la careta que tengas. Yo no estoy mirando tu cara. Miro un poquito más allá

Cuándo usarla: El comentario que se merece esa persona que te copa Instagram con un selfi tras otro. La próxima vez se lo pensará mejor o, a lo mejor, te bloquea. En todo caso, sales ganando.

Son muchas los rostros que veremos desfilar en cada episodio. Caras curtidas, decididas y a veces tan llenas de sudor y barro que costará distinguirlas. Ninguna de ellas desentonaría en el reparto de un eurowéstern o en el siguiente thriller de Rodrigo Sorogoyen. Al principio, una amalgama de rostros desencajados y músculos sufrientes. Conforme avanza la narración el pelotón se va humanizando. La serie se abre a los descansos entre entrenamientos o a la intimidad de los momentos de compadreo, tal y como marcan las reglas de las películas de guerra. Capítulo a capítulo iremos conociendo mejor los desgastes, dudas y anhelos de algunos agentes, como el oficial de policía Tizón o el policía Alcántara.

'G.E.O.: Más allá del límite'
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La estrella del show es, como no podía ser de otra forma, el inspector Pelayo Gayol. Es jefe del grupo 20 y de buceo del G.E.O., además del director del curso que cubre la serie –el trigésimo de la historia de la formación, creada en 1977–, con más de veinte años de experiencia y de origen asturiano. Las imágenes transmiten el respeto y la admiración que le profesan sus compañeros. Los secundarios de carácter y robaescenas ocasionales no son menos carismáticos, es el caso del oficial de policía Pertegaz, instructor de tiro, o el policía Sanz.

II. Las matemáticas me dicen que me sobran más de 80 policías aquí

Cuándo usarla: No te has dado cuenta de que estás paseándote por el centro comercial sin mascarilla, apenas tres semanas antes de las Navidades. Masculla la línea con media sonrisilla para rebajar la tensión y ponte rápidamente la mascarilla.

Esta no es una serie que enganche por una sofisticada trama o impredecibles giros, se trata de la dramatización de un proceso de selección para ingresar en una unidad táctica. Cuando sus virtudes técnicas se alinean –hay que destacar el excelente diseño de sonido, capaz de transportarte al interior de una mente bajo máxima presión– consigues unirte a estos hombres para morder el polvo, empatizar con ellos, sufrir sus pruebas y enfrentarte a sus miedos más profundos. Como dice nuestro inspector: Lo que hace todo esto al final es que te den una patada en el culo y bajes la pirámide de Marlow, pero… a toda leche. Una experiencia basal.

No sabemos quién abandonará, quién se lesionará o quién conseguirá ingresar en el amado cuerpo, si es que alguien lo consigue –el inspector Pelayo deja bien claro que no tiene ninguna cuota que cumplir–. G.E.O.: Más allá del límite imita la estructura de un reality sin serlo: hay eliminaciones, renuncias, accidentes fuera de guion y las clásicas confesiones a cámara de los participantes.

III: Cuéntame algo más, sincérate, ábrete a mí

Cuándo usarla: Tu hijo o hija preadolescente llega tarde a casa con la excusa de que se ha quedado con un amigo a estudiar, pero tú sabes que ha estado de macrobotellón y le ha tirado litronas a la policía –lo has visto en Twitter–.

Esta docuserie habla de superación, compromiso, confianza, sacrificio, fe o miedo, en la tradición del género bélico. Argumentos que acaban convertidos en una letanía y enterrados bajo la sobremusicalización –la parte musical es obra de la Film Symphony Orchestra, dirigida por Constantino Martínez-Orts, famosa por girar por toda España interpretando bandas sonoras de películas míticas– que satura el conjunto de épica forzada. Menos es más, como en las tácticas G.E.O.

IV. Estoy mirando todo, todo. Absolutamente todo

Cuándo usarla: En el trabajo te han hecho responsable de tu departamento –sin subirte el sueldo– y tienes la primera reunión con los becarios. Empieza fuerte para que sepan quién manda.

El rodaje de G.E.O.: Más allá del límite se alargó a lo largo de aproximadamente 180 días, grabando hasta 16 horas diarias, aunque mucho material referente a prácticas de estrategias concretas se quedó fuera del montaje definitivo. El buen uso de las convenciones visuales del cine de guerra –la fotografía desaturada o los momentos ralentizados– nos ponen en situación; sin embargo, abusa de recursos de manual como los cenitales perfectos al estilo La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014) o los pillow shots –planos de transición– de soles ardientes o águilas al acecho flotando en el aire, que empoderarían a Michael Bay.

El inspector Pelayo se lleva el tratamiento más cinematográfico: los encuadres más interesantes, algún contraluz misterioso, un suave travelling lateral mientras trota por el campo y escuchamos sus reflexiones en over. A la cámara le gusta y a él le gusta la cámara, tiene presencia y los directores la exprimen. Su plano más recurrente es aquel en que habla sentado, mirando a cámara fijamente traspasando el objetivo, con una iluminación cenital que endurece sus facciones y ensombrece su mirada, otorgándole un look de one-liner de raza. ¿Nuestro Gerard Butler patrio? Que el cerebro reptiliano aflore, y que le gane al neocórtex, que es el que piensa, suelta a sus hombres. Temblad, persas.

Una imagen de la serie documental 'G.E.O. Más Allá del Límite'.
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V. En la puta vida quiero nadie más en este curso que llegue un minuto tarde a nada, que no sea por muerte, amputación o algo similar

Cuándo usarla: Ya sabes qué decir a tus amigos cuando consigues quedar con ellos para ir a ver la última de Marvel y llegan con la película empezada.

Todo es cuestión de tiempo. Pregunta, si no, al inspector Pelayo. En su mundo cada segundo es valioso, puede marcar la diferencia entre vivir y morir. En el caso de G.E.O.: Más allá del límite, el tiempo no juega a su favor: ocho capítulos parecen demasiados para contar esta historia básica que, además, discurre de forma un tanto errática. Más corta, concentrando la acción y ajustando los mensajes, es probable que ganara en intensidad y se evitara cierta sensación de déjà vu. Aun así, misión cumplida.

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