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Más críticas a 'Dahmer': se toma demasiadas licencias y en su rodaje hubo racismo

Fotograma de 'Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer'
Netflix

Vivimos una semana donde Netflix se ha colocado en el ojo de la controversia por partida doble: en un lado tenemos Blonde, con sus críticas por la explotación de los abusos sufridos por Marilyn Monroe, y otro Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer. Se trata de la nueva serie de Ryan Murphy que se centra en las andanzas del llamado ‘carnicero de Milwaukee’: ese que mató a 17 personas entre 1978 y 1991. El propósito de Murphy, según parece, era emplear la serie para criticar el racismo y la homofobia de las autoridades policiales que habrían retrasado lo indecible el arresto de Jeffrey Dahmer. Por muy loables que sean estas intenciones, el resultado ha desagradado desde varios frentes.

Netflix, de hecho, ha tenido que eliminar la etiqueta LTBIQ+ de Dahmer tras varios comentarios furibundos, que no veían claro que por ser Dahmer un hombre homosexual tuviera que tener la serie en dicha sección. Este ha sido, no obstante, el menor de los reproches. Eric Perry, pariente de una de las víctimas, arremetió en Twitter contra la serie por cómo habían recreado el juicio donde su prima, Rita Isbell, se vio las caras con Dahmer. Aprovechó para denunciar que nadie del equipo se hubiera puesto en contacto con él y su familia, y esto solo ha terminado siendo la punta del iceberg. No solo es que Dahmer sea insensible, es que además se habría tomado muchísimas licencias artísticas.

Así lo revela la periodista Anne Schwartz durante una entrevista en The Independent. Schwartz conoce bien el caso, pues fue quien llevó los crímenes de Dahmer a primer plano mediático cuando trabajaba como reportera de sucesos en el Milwaukee Journal, allá por 1991. De Dahmer asegura que lo mostrado por la serie “no se parece mucho a los hechos del caso”. Un ejemplo es lo que pasa con Glenda Cleveland (Niecy Nash), que la serie muestra como vecina de Dahmer. Algo falso, según la periodista, y algo que le distrajo de inmediato de la serie. “En los primeros cinco minutos del primer episodio tienes a Glenda Cleveland llamando a su puerta. Nada de eso ocurrió. Tuve que aceptarlo porque sabía que no era exacto, pero la gente lo ve solo como entretenimiento”.

Schwartz tampoco ve claro lo de representar a los policías que trataron con Dahmer como homófobos y racistas, siendo responsabilizados de que el asesino tardara tanto tiempo en ser atrapado. “He pasado mucho tiempo con ellos, entrevistando a las personas que estaban en el lugar de los hechos. De nuevo se trata de una dramatización, pero en un momento en el que no es precisamente fácil para las fuerzas del orden conseguir la confianza de la comunidad, no es una representación muy útil”, explica la periodista. “Cuando la gente ve la serie y dice ‘oh, dios mío, es terrible’, he de decirles que todo no pasó necesariamente así”.

Entre polémica y polémica, la serie ha ascendido a lo más visto de Netflix. Más grave que las acusaciones de Schwartz quizá sea, sin embargo, lo que Kim Aslup cuenta que pasó tras las cámaras. Aslup fue asistente de producción en Dahmer, y según ha tuiteado fue maltratada en el plató, sufriendo formas sutiles de discriminación. Por mucho que Dahmer quiera denunciar el racismo, parece que en el set no se predicaba con el ejemplo. “Trabajé en este proyecto y era una de las dos personas negras del equipo, y me llamaban por el nombre de la otra. Las dos llevábamos trenzas, ella tenía piel oscura y medía 1.50 metros. Yo mido 1.70. Trabajar en esto me costó todo lo que tenía y me trataron fatal".

Aslup califica la experiencia trabajando en Dahmer como “agotadora”. “Fue uno de los peores programas en los que he trabajado. Siempre me llamaban por el nombre de otra persona, la única chica negra que no se parecía en nada a mí, y me aprendí los nombres de 300 extras”.

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