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Pánico a una cancelación ridícula: qué nos dice del criterio de Netflix el caso de '1899'

Póster de la serie '1899'
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2023 ha empezado dejando claro que las turbulentas aguas del streaming no van a calmarse durante los próximos meses. Dos días después de empezar el año, Netflix canceló 1899, la que había sido una de sus apuestas más importantes de cara al mercado global. 

1899 llevaba disponible en la plataforma menos de dos meses, desde su estreno el 17 de noviembre, y los creadores Jantje Friese y Baran bo Odar, que tienen el currículum el éxito de Dark en la misma Netflix, albergaban esperanzas de poder desarrollar la serie durante al menos dos temporadas más. No será así, dejando bastantes preguntas en el aire.

Quizás el mayor enigma que plantee la cancelación de 1899 reside en dilucidar el criterio de Netflix para deshacerse de manera tan fulminante de un título con potencial, una base de seguidores aparentemente razonable y la capacidad de seguir creciendo. 

De rescatadora a trituradora

Por supuesto, esto no es la primera vez que pasa: en los últimos años, a pesar de la enorme cantidad de material nuevo que estrena, Netflix ha adquirido cierta reputación como trituradora de series que aún están empezando, justo lo contrario del aura de rescatadora paciente de títulos que tuvo en los primeros años del streaming, cuando salvaba series abandonadas por otras cadenas (algo que no ha dejado de hacer si cuadra con sus objetivos, como demuestra el caso de Manifest).

Las series en activo más longevas de Netflix ahora mismo, poniendo el corte en superar las cuatro temporadas, son Stranger Things (la quinta será la última), The Crown (la sexta será la última), Élite (séptima asegurada y subiendo), Big Mouth (seis lleva) y Un lugar para soñar (te acabas de enterar de que existe). El resto de sus títulos recientes lo tienen difícil para pasar incluso de la primera temporada a no ser que sean un éxito muy claro. 

¿Y cómo se mide un éxito en Netflix? Ahí es donde ya entramos en el terreno de la pseudociencia y las especulaciones para llenar ancho de banda. Como bien es sabido, la plataforma es muy celosa a la hora de compartir sus cifras de audiencia, así que hay que tirar con los tops semanales sin auditar que ella misma publica. Del análisis de esos datos junto a decisiones de cancelación pasadas se puede sacar cierto patrón de conducta con el que jugar a las adivinanzas.

El oráculo del algoritmo

Hay títulos cuyo éxito es inapelable, como los recientes Dahmer y Miércoles (estrenada menos de una semana después de 1899, es muy posible que su barrido de audiencia contribuyera a una percepción más negativa de los datos de esta última), que no dejan lugar a dudas y Netflix corre a glosar en notas de prensa hiperbólicas. Son las series de impacto mediano las que generan más dudas: ¿cuándo sale una serie de la zona de peligro de cancelación?

Cualquiera que recuerde lo pesado que fue el martilleo de Neil Gaiman hasta que se anunció la renovación de Sandman sabe que esa pregunta no tiene una fácil solución. La adaptación del personaje del escritor inglés pasó una agonía de tres meses hasta que Netflix se dignó a anunciar la renovación, pero 1899 no ha aguantado ni dos enteros de prórroga; Cowboy Bebop, otra apuesta de género bastante costosa, también fue cercenada al mes de estrenarse.

Esto se debe al hermetismo de la manera interna que tiene Netflix de calcular el rendimiento financiero de cada título: lo que compensa el beneficio de seguir produciéndolo en relación a su coste. Se trata de un complejo sistema propio que tiene en cuenta presupuestos de producción (las series caras caen primero), pago de royalties, renegociaciones de contratos, nivel de impacto entre los suscriptores y seguramente varios factores más, según publicó Bloomberg.

Por eso cada cierto tiempo habrá quien diga que importan el total de horas vistas (lo que se aumenta con episodios más largos), la valoración que hacen los espectadores pulsando el botón de Me gusta o Me encanta en lo que ven o el importante porcentaje de finalización: la cantidad de suscriptores que empezaron una serie y la vieron hasta el final, sin abandonarla por el camino (si estos pasan del 50%, se suele cancelar). Pero lo cierto es que importa todo eso y más, bien mezcladito y pasado por el tamiz de Google Trends para disipar dudas.

Punto límite: Cero

Lo que sí tenemos más o menos claro es que todas esas posibles métricas se tienen en cuenta ante todo los 28 primeros días después del estreno; como si fuera una infección zombie dirigida por Danny Boyle, según publicó Wired es el periodo clave. Al acabar dicha cortesía, la guillotina ha caído sobre 1899, Cowboy Bebop, Jupiter's Legacy o Archivo 81 sin clemencia, por mencionar algunas de las cancelaciones más rápidas.

La regla no escrita dice que hay que fijarse en el paso de la segunda a la tercera semana después del estreno. Tener una primera semana triunfal a lo Miércoles es estupendo, pero ver cómo se comportan los datos de la serie en esos días posteriores ayuda a medir su pregnancia y distribución por el boca-oreja y las recomendaciones del algoritmo. 

Hasta ahora, lo más importante era no tener un descenso de más del 55% de la audiencia en la tercera semana. 1899 es más radical: perdió un 49% de espectadores y no ha podido seguir adelante. Quizás haya influido el tsunami Miércoles, que le impidió estar en cabeza del top en ningún momento (empezó segunda, por debajo de la segunda semana de la quinta temporada de The Crown), pero el caso es que su total de 257 millones de horas no ha sido suficiente.

Queda preguntarse cómo de recomendable es para Netflix seguir esta estrategia de rápido consumo e inclemente amortización. La creencia se basa en que las novedades atraen a nuevos suscriptores, pero no parece muy sensato jugarse su retención cercenando cada posible punto de enganche que no consigue datos espectaculares en tiempo récord. 

Quizás esta política, como una suerte de profecía autocumplida, contribuya perversamente a la pérdida de posibles espectadores tempranos, temerosos de que cada nueva serie se cancele por decreto sin tener continuidad, lo que acabará beneficiando a las miniseries cerradas o aquellas que no impliquen un compromiso muy activo, dando un poco igual lo que se vea y cuando se vea, porque si desaparece se pasa a otra cosa. Bueno, espera, puede que ese sea precisamente el tipo de suscriptor que se quiere fomentar.

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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