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El mayor secreto de 'Succession': por qué su cabecera musical es tan adictiva

Hace años que la mayoría de las series de televisión renunciaron a las cabeceras con los créditos de sus protagonistas y creadores en favor de cartelas lo más rápidas posibles con el título y punto; ni aun así se han librado de la amenazante presencia del botón de "Omitir" en ciertas plataformas de streaming.

No obstante, igual que ha pasado en el cine con la desaparición de las secuencias de créditos de apertura al inicio de las películas, la ausencia generalizada de estas tarjetas de presentación lleva a distinguir a los títulos que sí la incorporan. En el caso de las series de televisión, normalmente son las producciones con una pizca extra de prestigio y ambición las que se recrean en cabeceras más largas y solemnes.

Pensemos en casos actualmente en emisión, como Fundación o The Morning Show, o directamente Succession. La serie de Jesse Armstrong, que recientemente ha comenzado a emitir su tercera temporada y acaba de ser renovada para una cuarta, se engarza en una tradición de producciones de HBO que, como Los Soprano o Juego de tronos antes que ella, juegan la carta de una presentación cuidada al milímetro para transmitir el espíritu de la serie y enganchar al espectador a la pantalla. Es decir, a lo que aspira toda cabecera.

Succession es un caso de especial éxito que no solo ha conseguido que a la mayoría de sus espectadores ni se les pase por la cabeza rebobinar la cabecera, sino que es uno de los elementos más celebrados de la serie, como se puede percibir en decenas de comentarios en redes sociales cada semana. De hecho, seguro que mientras estás leyendo este artículo ya tienes ganas de verla y escucharla otra vez. Quitemos de en medio esa necesidad antes de analizar por qué la cabecera de Succession es tan adictiva.

La música 

Como el resto de la excepcional banda sonora de la serie, la música de la cabecera es obra del compositor Nicholas Britel, colaborador habitual de Barry Jenkins (ha sido nominado al Oscar dos veces, por Moonlight y El blues de Beale Street) y Adam McKay, quien lo incorporó al equipo de Succession, donde ejerce de productor. Con la primera temporada ya ganó un Emmy de mejor tema musical y con la segunda fue nominado en la categoría de mejor banda sonora para una serie dramática.

La música de la cabecera es el tema principal de la serie, a partir del cual se crean variaciones y derivaciones que posteriormente se van extendiendo como un manto entre las escenas de cada capítulo. Una composición para piano y cuerdas con ritmos de hip-hop persistentes que suena de manera ligeramente distorsionada y descoordinada, lo que unido a los acordes disonantes que se escuchan da una sensación de caos y desmoronamiento que conecta al instante con el tema de la serie y sus luchas de poder. 

El propio Britel disecciona su partitura (y la interpreta al piano) en este vídeo de Vanity Fair. El compositor afirma que su música mantiene la dualidad de tono de Succession, donde conviven el humor absurdo de las situaciones con una gravedad de calibre shakesperiano. 

Las imágenes

La otra mitad del poder de fascinación de la cabecera de Succession la aporta el montaje de imágenes con escenas caseras de la familia Roy a lo largo del tiempo. Una narrativa propia que refleja el aislamiento del patriarca Logan Roy (Brian Cox) respecto a sus hijos y también funciona como crónica de la construcción de su gran imperio mediático y empresarial.

Se ha señalado las similitudes entre la cabecera de Succession y la secuencia de créditos iniciales de The Game (1997), el thriller dirigido por David Fincher como Michael Douglas de protagonista, donde también se suceden distintas imágenes caseras y familiares de la infancia acomodada de su personaje, filmadas en Super 8 y acompañadas por una melodía de piano melancólica, obra de Howard Shore.

Hay planos que son prácticamente idénticos, por lo que es evidente que Picturemill, la agencia responsable de la cabecera de Succession, tuvo que tomar la película de Fincher como referente. En el caso de la serie, las imágenes en Super 8 (que fueron grabadas con auténticas cámaras de 8mm) se alternan con otros formatos de registro característicos de cada época reflejada, como cintas de VHS y la actual imagen en alta definición. 

Una yuxtaposición de formatos que crea su propia cadencia y, unida a la música de Britel, ejecuta el hechizo que fija los ojos a la pantalla. Las estampas familiares de los Roy se alternan con grandes rascacielos y torres de poder, la figura paterna ausente siempre aparece ensimismada en sus negocios mientras los niños crecen y el panorama mediático se transforma. 

Es todo el trasfondo que necesitas para situarte en lo que cuenta Succession. Pero, además, no hay que olvidar que esto es una serie de Armstrong, tremendamente divertida en su crueldad, así que la cabecera también incluye un chiste de nivel magistral que dura apenas unos segundos. 

El detalle

En una tablet se ve un instante de un informativo de ATN, el servicio de noticias global propiedad de Waystar RoyCo, volcado en el sensacionalismo y la propaganda de derechas; no en vano, la familia Murdoch y su News Corporation han sido una fuente de inspiración de la vida real más que asumida por los creadores de la serie.

Fotograma de la cabecera de 'Succession'
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Son pocos fotogramas, pero da tiempo a colar tres titulares, cada cual más diáfano para dejar clara la línea editorial e ideológica de ATN. "Inmigrantes ilegales de género fluido podrían estar entrando en el país dos veces", "Un senador quiere crear un Tribunal Más Supremo" y "¿Ahora llamar a alguien 'culo bonito' se considera discurso de odio?".

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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