El show de Alonso con el Renault R25 en Abu Dhabi saca las vergüenzas de la F1

Fernando Alonso, Renault R25
Fernando Alonso, al volante del Renault R25
XPB / James Moy Photography Ltd.
Fernando Alonso, Renault R25

Sólo hay que ver la cara que se le quedó a Lewis Hamilton cuando notó en las tripas el alarido del motor V10 del Renault R25 con el que Fernando Alonso estaba dando una exhibición (en el más amplio sentido de la palabra) en el circuito de Yas Marina

Un piloto que lo ha ganado todo, que está por encima ya de Michael Schumacher en casi todas las estadísticas, parecía un niño en Navidad al escuchar un coche de hace quince temporadas, antes de que él debutase en el Gran Circo.

La evolución de la Fórmula 1 de un tiempo a esta parte ha convertido lo que era la cúspide del automovilismo en un anodino espectáculo al que cuesta cada vez más engancharse. Los que ya tienen el veneno metido en el cuerpo no se desenganchan, pero cada vez encuentran menos argumentos para convencer a nuevos adeptos.

Carreras en las que los pilotos no pueden ir al límite porque se quedan sin batería, motores que buscan la eficiencia de combustible por encima de la velocidad, victorias que se deciden en los boxes o adelantamientos dopados con el DRS (y menos mal, porque sin él, no habría), normativas de hormigón que convierten en favorito a un equipo ante la impotencia del resto ya desde la pretemporada… Serias deficiencias que hacen complicado argumentar por qué la F1 de hoy es mejor que la de los años en los que Fernando Alonso y Kimi Raikkonen no eran los ‘ancianos’ del paddock, sino dos prometedores pilotos dispuestos a comerse el mundo.

Lo resumía a la perfección Daniel Ricciardo, el piloto que deja su asiento en Renault para que se suba Alonso en 2021. “¡Falta el factor ‘guau’! ¡La sorpresa! ¡El miedo! No me malinterpreten, visualmente los coches ahora tienen un factor sorpresa más grande que nunca porque son muy rápidos, pero no tienen esa intimidación detrás del sonido, ese rugido, ese grito…”, decía Ricciardo. 

Y no le falta razón. La Fórmula 1 se ha convertido en una competición en la que la expresión “ya rugen los motores” es una absoluta falacia. Ahora se puede entrar en un box sin ningún tipo de protección para los oídos y salir sin un dolor que hace años podía mandar incluso al hospital.

El propio Alonso también destacaba que, desde dentro del coche, disfruta más con los coches de antes que con los de ahora. “No se puede ir lento con este coche. Puedes ir al máximo en todas las vueltas porque no tienes que recargar la batería”, sintetizaba un Alonso más sonriente que nunca al bajarse del monoplaza en la recta de meta de Abu Dhabi.

La Fórmula 1, en plena evolución hacia un reglamento nuevo en 2022, debe tomar nota si quiere volver a enamorar como antaño. No es una cuestión nimia: en una sociedad en la que el tiempo de atención a una pantalla es el principal recurso por el que pelear, quizá deban plantearse si merece la pena o no mirar a la historia para no repetir los mismos errores. ¿Haría daño hacer una exhibición de estas en cada fin de semana? ¿Quién no pagaría por ver, por ejemplo, a Alain Prost en el legendario MP4/4 de sus peleas con Ayrton Senna?

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