Los partidos de máxima rivalidad suelen tener nombre propio, como el Clásico entre Real Madrid y Barcelona, el Derby della Madonnina entre AC Milan e Inter o el Derbi del Ruhr entre Schalke 04 y Borussia Dortmund. Este último tuvo de protagonista a un hombre que está en los titulares de las noticias en los últimos días.

Erling Haaland no faltó a su cita con el gol en Gelsenkirchen y su irrupción fue a lo grande. Corría el minuto 46 de la primera parte cuando Marco Reus recibió en el lateral del área del Schalke y cedió a Jadon Sancho. Este levantó la mirada y vio al gigantón noruego sin marca en el área grande. Balón botado con clase y los 194 centímetros de Haaland se elevaron para hacer una mediachilena que se coló por la portería de Ralf Fahrmann. De haber público en el estadio, habría estallado.

La celebración de Haaland lo dice todo. Ni él sabía bien hacia donde correr o qué hacer después de semejante gol, que ya forma parte de cualquier antología de sus mejores acciones que mostrarán a los directores deportivos de quienes quieran ficharle.

Dos de los que más están sonando son, cómo no, Real Madrid y Barcelona. Aunque las dificultades económicas que atraviesa el club culé le colocan en una posición de desventaja, el nombre de Haaland aparece en la prensa catalana con fruición, más como deseo que como realidad. Por su parte, en la madrileña se ha abierto un debate sobre si conviene que vayan a por él o a por Kylian Mbappé, otro gran deseado por la afición blanca.

Haaland no marcó solo ese espectacular gol al Schalke, sino que además a falta de poco más de 10 minutos para el final anotó el que fue el tercer tanto del partido, que acabó con 0-4 a favor del Borussia.