Entre 2019 y 2020, el rendimiento de Ferrari cayó de manera estrepitosa. De ser candidatos a dar la campanada con un final de campaña memorable, a no poder optar ya no a victoria, sino a podio de manera constante.
El motivo fue la 'trampa' que cazaron desde la FIA a finales de 2019: la Scuderia había conseguido trucar los sensores del flujo de combustible para que midieran por debajo del límite establecido, con lo que podían dar potencia extra a Charles Leclerc y Sebastian Vettel. Los comisarios les cazaron después de que Red Bull, Mercedes y el resto de rivales se quejaran, y tras muchas investigaciones, les dejaron sin sanción, aparentemente, tras un acuerdo.
Mucho se ha especulado con respecto y Mika Salo, expiloto de Ferrari (sustituyó a Schumacher en 1999 cuando se lesionó... y su actuación fue desastrosa) y actual comisario de la FIA, no ha hecho más que aumentar esos rumores. Unos días atrás aseguró que el castigo a la Scuderia de ese “pacto secreto” fue que les obligaron a usar "menos combustible", lo que afectó a su rendimiento.
El revuelo causado ha sido tal que ha tenido que desdecirse. "Me gustaría aclarar que no estoy al tanto de los detalles acuerdo entre la FIA y Ferrari. Solo hablamos de lo que ya se había publicado en los medios. Fue una broma estúpida", aseguró Salo.
Las palabras del expiloto finlandés han calado muy hondo en el paddock, porque venían a confirmar sospechas que ya estaban presentes entre los demás equipos. Dado que ni la FIA ni la propia Ferrari publicaron los detalles de su acuerdo, varias escuderías se temían que hubiera algún tipo de trampa escondida. Ahora que se ha abierto la veda, una mejoría de la Scuderia notable con respecto a 2020 vendría a confirmar, de facto, que algo extraño ocurrió con ese "pacto secreto".
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