Nico García, el gigante que lleva el futuro de la natación española a sus espaldas tras brillar en Tokio 2020

Nicolás García, en los Juegos Olímpicos de Tokio
Nicolás García, en los Juegos Olímpicos de Tokio
EFE
Nicolás García, en los Juegos Olímpicos de Tokio

Entre las previsiones de medalla que se realizaban antes de que arrancaran los Juegos Olímpicos, el nombre de Nicolás García Saiz (Madrid, 18 de junio de 2002) no estaba entre las opciones. Ha sido toda una sorpresa, incluso para los propios expertos, verle no sólo disputar una semifinal sino incluso una final olímpica en su primera participación. Octavo en su primera participación olímpica, que ya firmaría cualquiera a su edad.

Con 19 años, como ocurrió con tantos otros (empezando por la medallista Adriana Cerezo), la postergación de un año de los Juegos Olímpicos de Tokio le vino de perlas. Con todas las limitaciones que la pandemia ha obligado a imponer al trabajo de los deportistas, Nico García ha sabido aprovechar para mejorar su técnica y entrenarse hasta colocarse aún más en la élite.

Su progresión es tan fulgurante que sus mejores marcas han ido cayendo casi en cada prueba que ha disputado desde que comenzó la temporada. En diciembre logró la mínima para estar en Tokio cuando apenas nadie lo esperaba y sin apenas experiencia: apenas llevaba unos meses nadando en piscina de 50 metros, ya que antes se entrenaba en la de 25 metros del colegio Gredos San Diego de Moratalaz, en Madrid, de cuya cantera también ha salido Jimena Pérez, otra de las olímpicas españolas en Japón.

Desde su llegada a las instalaciones del CAR de Madrid, el laboratorio donde se pulen las perlas del deporte español, sus marcas han ido mejorando a una velocidad impensable. Campeón de España infantil en su segundo año competitivo, semifinalista en su primeros Europeos de la categoría... En enero de 2020 ya estaba en marcas de clasificación para Tokio, y desde la RFEN se frotaban los ojos: apenas apenas sabía lo que era competir en la élite. Entonces llegó el confinamiento... y lo cambió todo. 

Literalmente en su caso: en mayo de 2020 empezó a entrenarse en la piscina del CAR y las miradas se iban hacia este chaval desgarbado de 1,93 de altura (la misma que Ryan Murphy, al que se acaba de enfrentar) y aún por crecer si se cumplen las expectativas.

Nico García es consciente de que debe prepararse de manera muy seria, física y mentalmente. Estudiante de formación profesional, su intención no era tanto despuntar en estos Juegos como en los próximos. En apenas dos años en la élite ha quemado etapas a una velocidad de vértigo, y sólo hay que ver cómo mejoró sus tiempos en un día: debutó con un 1:57.62 para bajar más de un segundo en las semis, 1:56.35.

Otra joya para París y Los Ángeles... si no le dejan solo

Si las lesiones le respetan y mantiene la cabeza fría (algo que siempre han elogiado de él sus entrenadores), estará en París 2024 y, por edad, llegará a Los Ángeles 2028. Lo mejor es que tiene un margen de mejora espectacular, y ya piensa en ponerse en marcas de 1:55 de manera regular. Para ello no sólo hace falta su trabajo, sino el de las autoridades. 

Ya lo ha advertido Hugo González, otra de las grandes joyas de la piscina española (que ya ha tenido que emigrar a Estados Unidos) a la hora de hablar del apoyo necesario. Uno de los grandes problemas que sufren los jóvenes prometedores, no sólo de la piscina, es que ven cómo falta una escalera seria para llegar a situarles en la élite, a diferencia de otros países.

Pase lo que pase en el futuro, Nico García ha cumplido las expectativas con creces en Tokio, si bien ha tenido la ventaja de que sobre él no había ninguna presión inicial. Su próximo objetivo internacional será el campeonato de Europa de Roma 2022. Ahí sí que empezará a sentir el peso sobre sus hombros de lo que ya ha logrado.

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