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Los métodos opresivos en el deporte deben acabar: "Los entrenadores no puedan campar a sus anchas"

Marta Xargay, en un partido con España en el Eurobasket femenino.
ALBERTO NEVADO / FEB

La reciente polémica creada alrededor de la selección española de baloncesto femenino, con Marta Xargay acusando al ya exseleccionador Lucas Mondelo de ser culpable de una serie de trastornos alimenticios, ha provocado que varios deportistas profesionales hayan hablado en un artículo de El País sobre los métodos opresivos a los que se les somete en ocasiones.

Los testimonios de jugadoras como Marta Xargay o Anna Cruz mencionando daños físicos y psicológicos no hacen más que trasladar el asunto de la salud mental tan presente en el mundo del deporte a nuestras propias fronteras. Nombres como Simone Biles, Liz Cambage o Naomi Osaka pueden tener más peso internacional, pero son exactamente igual de válidos que los ‘nuestros’.

“¡Basta! En la rítmica, en el baloncesto... Que algún organismo pare esto a tiempo, ¡por favor!”, publicó recientemente la gimnasta Almudena Cid en sus redes sociales, antes de hablar con El País. “Cuando una deportista llega a una selección o a un club debería tener suficiente información y respaldo como para saber qué términos y circunstancias no debe tolerar nunca en una sala de entrenamiento o en una pista. Y, por otro lado, hay que reforzar la formación y la pedagogía de los entrenadores. Tienen que estar supervisados para que no puedan campar a sus anchas”.

Deportistas como Cid, que hablan de “observadores externos y protocolos efectivos para atajar definitivamente estos episodios”, como alternativa al silencio de personas que tienen miedo a ser señalados. “En su día aceptamos ciertas conductas como normales, pero evolucionamos como sociedad y los organismos se tienen que actualizar”, explica la gimnasta. “Yo nunca recibí un insulto pero vi como insultaban. Vi a compañeras a las que les pedían llevar cafés o hacer masajes. Comportamientos vergonzosos y atroces cuando estás en la élite”.

Una línea que siguen nombres de peso de la historia de nuestro deporte como Amaya Valdemoro. “Históricamente, la mujer no ha tenido la misma voz que el hombre y eso es un problema arraigado también en el deporte. Tenemos más miedo a la hora de expresarnos y eso hace que no marquemos los límites. Necesitamos poder hablar sin miedo”, explica una de las mejores jugadoras de baloncesto de la historia de España. “Las mujeres que mostramos nuestro carácter somos vistas como una amenaza. En los hombres es un rasgo de personalidad y en nuestro caso, de rebeldía”, recalca. “Todavía seguimos escuchando comentarios inasumibles y tolerando actitudes humillantes por miedo a que expresarnos nos pueda repercutir en nuestras carreras”. 

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