El Sevilla sobrevive a tres penaltis del Salzburgo en un primer partido para olvidar

Sevilla-Salzsburgo
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EFE
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El Sevilla regresó a la Champions League frente a un escenario adornado por el aumento de aficionados en las gradas, pero aún lejos de las grandes noches de fútbol que se han visto en el Sánchez-Pizjuán. Tras una primera parte de infarto, en la que se tiraron cuatro penaltis, tres en contra de los hispalenses, los chicos de Lopetegui salvaron un punto en un encuentro que pudo ganar el Salzburgo antes del descanso.

El Salzburgo arrancó el choque sin los complejos que pudiera tener un equipo plagado de jóvenes jugadores y dirigido por un técnico, Matthias Jaissle, que siete meses antes de debutar frente al Sevilla en Champions estaba al mando de la plantilla juvenil. La presión alta asfixiaba a un Sevilla que con un buen juego combinativo fabricó algunas ocasiones entre los huecos que dejaba la defensa del combinado austriaco.

Sin embargo, el partido tardó 13 minutos en convertirse en una pesadilla para Lopetegui, pues un penalti sobre la línea provocado por Diego Carlos dio la primera oportunidad desde los 11 metros al Salzburg, que fue desaprovechada por Adeyemi con un tiro que se marchó rozando el palo izquierdo, tapado magistralmente por Bono.

El primer susto pareció avivar algo al conjunto sevillista, que siguió intentando, no sin dificultades, colarse entre los pocos hueco que dejaba la zaga del equipo austriaco. No obstante, cuando parecía que el equipo podía resurgir apoyado por su hichada, Navas regaló otro penalti al Salzburgo con un error poco propio de un jugador de su experiencia. El rival no perdonó y se adelantó en un partido cada vez más complicado para el combinado español.

Desde el error de Navas, un Sevilla totalmente noqueado perdió la precisión en el pase, se diluyó su idea de juego y los visitantes fortalecieron su rigidez defensiva. Tras unos minutos de agonía, cuando parecía que el equipo comenzaba a respirar en el campo, una mala salida de Bono regaló el tercer penalti en apenas 35 minutos de juego, que para alivio de un equipo totalmente superado acabó estrellando en la madera Sucic, el autor del gol en el segundo.

En un encuentro en el que la pena máxima se cobraba barata, el Sevilla también contó con su oportunidad en una jugada aislada en la que En-Nesyri fue derribado por el exsevillista Wober, para ser cobrada por el VAR segundos después de que el colegiado descartara la infracción. Rakitic puso el 1-1 antes de que el Sevilla se retirara a un descanso que pedía a gritos desde la primera pena máxima en contra.

El inicio de la segunda mitad no fue mucho mejor para los de Lopetegui, pues comenzaron como se marcharon al vestuario: sin ideas, impreciso en el pase y recibiendo ocasiones claras que el joven plantel dirigido por Jaissle no supo materializar. En una de esas noches para el olvido, el partido todavía podía ponerse más cuesta arriba para el Sevilla, y así fue tras una jugada en la que el penalti volvió a ser protagonista, o al menos la ausencia de este en una jugada en la que En-Nesiry recibió la segunda cartulina amarilla por simulación.

Si el encuentro se presentaba complicado para los sevillistas, con un jugador menos la previsión no era mucho mejor. Sin embargo, con el paso de los minutos y la remodelación del once con la entrada de Ocampos, Delaney y más tarde Lamela, Rafa Mir y Montiel los locales consiguieron aliviar el sufrimiento atrás y comenzar a construir ocasiones de ataque. Los austriacos llegaban con menos frecuencia y el ataque sevillista comenzó a incomodar al meta rival, con algún disparo que incluso levantó a la grada.

Al pitido final, tras un descuento de seis minutos en el que ninguno de los dos logró imponer su juego en un partido completamente roto, el Sevilla cerró su debut en esta edición de la Champions con un choque que el propio Rakitic definió como "raro". El club hispalense inició su andadura en la máxima competición europea muy lejos de la versión de la temporada pasada, en la que se despidió de Europa en un ajustado partido de octavos que resolvió la pegada de Haaland.

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