Europa League

El Barça padece los mismos problemas en Europa League y el Nápoles saca un buen empate en el Camp Nou

Adama Traoré y Fabián Ruiz, en el Barceona - Nápoles de Europa League
EFE

El Barcelona tendrá que sudar para estar en la siguiente ronda de la Europa League, tras perder una ocasión de oro para ganar al Nápoles. Los azulgranas perdonaron infinidad de ocasiones y, pese a que como dice el aforismo "si el fútbol no tuviera porterías, el Barça habría ganado de sobra", la falta de efectividad les costó un 1-1 que sabe a muy poco.

El Barcelona buscó pronto el gol. La intención de Xavi estaba clara desde el primer momento: ahogar la salida de balón del Nápoles y presión alta, con juego en los extremos. Por eso, tanto Ferran como Pedri estuvieron muy activos en los primeros minutos, aprovechando la fortaleza física de Adama para intentar conectar con Aubameyang.

Los de Spalletti respondieron de igual manera. Si presión era lo que argumentaba el Barça, presión era lo que replicaban los italianos, especialmente en cuanto pasaban de la zona de tres cuartos. La defensa culé sigue siendo un problema serio, como demuestra el tanto con el que el conjunto napolitano se adelantó. Justo después de que Ferran Torres mandara un balón a las nubes cuando lo tenía todo a favor, Zielinski (que minutos antes ya había roto a Piqué por la espalda) se encontró con un regalo de Eric García, que en un intento de despeje tocó lo justo para habilitarle. Aunque el VAR revisó la acción, el gol era totalmente legal.

La manera en la que el Barça malogró sus mejores minutos le pesaron. Siendo Mingueza de los mejores de la primera parte, el Nápoles controló como quiso. Los fallos de Ferran ante la portería, más por falta de pólvora que por pocas jugadas, pesaron demasiado porque en el centro del campo había mucha flojera cada vez que el balón cruzaba. Sin Araújo, lesionado, la dupla Eric García - Piqué no dio la talla.

Un penalti para creer

La segunda mitad empezó con las mismas dudas en defensa para los culés, como retrató Osimhen al irse claramente en el uno contra uno de Eric García. El Barça lo intentaba en balones largos y en uno obtuvo premio, aunque con un poco de suspense.

Un disparo de Adama Traoré que inicialmente se había ido fuera acabó convirtiéndose en penalti por obra y gracia del VAR. La acción era tan dudosa que el colegiado rumano Kovacs tuvo que comprobar varias veces si Juan Jesus había rozado o no la pelota. Al final, pitó mano y, con eso, pena máxima. Ferran, que quería resarcirse de los fallos, mostró una gran tranquilidad en su disparo, con el que batió a Meret. El tanto hizo respirar a los culés, que empezaron a creer en la remontada. La mejor prueba la dejó Aubameyang, que después de una gran carrera desde la izquierda estuvo a punto de hacer el 2-1 en la siguiente jugada.

Consciente de que tenía que aprovechar la ola anímica, Xavi movió el banquillo con un triple cambio. La entrada de Busquets, Gavi y un pitadísimo Dembélé (la afición no le perdona aún lo vivido en el mercado de invierno) por Nico, De Jong y Adama buscó darles más oxígeno cuando el Nápoles parecía haber bajado una marcha o dos.

La frescura que aportó Dembélé en los ataques propició que las ocasiones se sucedieran, pero la falta de puntería seguía muy presente. Ferran siguió fallando lo mismo: especialmente clara una ocasión a falta de menos de 3 minutos para el 90 mandó fuera la que podría haber sido el 2-1. El asedio culé en el descuento fue total, hasta el punto de que Luuk de Jong se atrevió con una chilena, pero no llegó el gol. El partido se extendió unos minutos más de los 6 añadidos inicialmente por un choque entre Fabián y Gavi, con el español del Nápoles con una visible brecha y el culé con un chichón.

Ahora que los goles fuera de casa no valen doble, el resultado no es tan malo como podría ser para la vuelta en el Estadio Diego Armando Maradona, el viejo San Paolo.

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