Ángel Ortiz PERIODISTA 20MINUTOS
OPINIÓN

Courtois y el lado bueno de la Historia

Courtois salvó una ocasión clarísima en el primer tiempo.
Thibaut Courtois, portero del Real Madrid, este sábado en la final de la Copa de Europa.
EFE
Courtois salvó una ocasión clarísima en el primer tiempo.

Cuenta Jorge Valdano que un día se encontró al Pato Fillol, el mejor portero que ha tenido nunca la Argentina, bajo palos, en silencio, mirando los postes de un lado a otro como si fuera aquello la Capilla Sixtina. "¿Qué estás pensando?", le dijo. "En que no me pueden meter gol, es imposible: si me la tirán allá llego, aquí llego...". La anécdota, contada en ese argentino sobón con el castellano perfecto para hablar de fútbol, se la narró Valdano a Courtois en su programa de entrevistas en Movistar. "Eso pasa", corroboró el belga, "hay momentos en los que parece imposible que te puedan meter un gol".

Tres días después de la 14, crece la certeza en que las civilizaciones futuras desempolvarán las paradas de Courtois en París como un vestigio del mundo antiguo, de que el guante del belga asomará pegado a la base del palo derecho como la antorcha de la Estatua de la Libertad en la playa de El Planeta de los Simios, de que Tibó vivió uno de esos momentos en que los porteros de su estirpe entran en trance y se muestran invulnerables.

Una de las fotos que engalanan las entrañas del Bernabéu y la memoria colectiva del madridismo, sin embargo, muestran a un portero belga superado. Fue hace ocho años: la estirada es al mismo sitio, pero el balón ya ha sobrepasado la línea y empieza a fundirse con la red. Es sabido que Courtois fue el mejor testigo del cabezazo de Ramos en Lisboa como arquero del Atleti. La explicación de que esta vez llegara la dio él mismo pocas horas antes del partido ante el Liverpool: "Ahora estoy en el lado bueno de la Historia".

En Smoke, la película escrita por Paul Auster, el estanquero encarnado por Harvey Keitel hace siempre la misma foto: la esquina de su negocio, un lugar cotidiano donde los cambios de un día para otro son imperceptibles. Las archiva y después las analiza fumando un rubio americano. Su mejor amigo es un escritor maldito que se topa en una de ellas con su mujer muerta. "Tú no eres un tipo que se limita a cobrar detrás de un mostrador". Las dos fotos de Courtois, cuyo desempeño en el campo, el de portero, tiene una soledad como de viudo, forman parte de la misma esquina. 

Ancelotti le dijo a su portero en algún momento de la temporada que le llevaría "a la final y luego la ganas tú" . El belga supo entonces que sería él quien abriría el álbum, porque "si te enfrentas al Real Madrid, sabes que ganan las finales". El hobby del Madrí es colocar en sus vitrinas las Copas de Europa como el estanquero la foto en el álbum, todos los días, todas las temporadas. Los cambios son imperceptibles, pero todas son diferentes. El hombre de la parada a Mané, el que sacó con el interior de los codos un gol seguro y postrero de Salah en el ocaso del partido, lo tenía claro: "Por mis muertos que iba a ganar esta Champions".

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