El ejemplar comportamiento de Rafa Nadal en cada torneo que disputa: "Es la definición de humildad"

Rafa Nadal, en Wimbledon
Rafa Nadal, en Wimbledon
EFE
Rafa Nadal, en Wimbledon

Rafa Nadal ha demostrado su calidad humana, mucho más allá de la deportiva, en infinidad de ocasiones. El último ejemplo ha salido a la luz después de uno de los momentos más duros, al menos de la época reciente, en un torneo.

Cuando Nadal decidió abandonar Wimbledon antes de la semifinal contra Nick Kyrgios salió a la luz un vídeo en el que se le veía despidiéndose y agradeciendo a un grupo de trabajadores y voluntarios del All England Club por su ayuda y labor. No todos los tenistas lo hacen: al fin y al cabo, ellos viven en la burbuja del deporte de élite.

Por eso ha llamado la atención que todo un Rafael Nadal, el tenista con más Grand Slams del mundo, dedique un buen rato a este gesto. Para él no es mucho, pero para los anónimos que dedican horas y horas de su tiempo (muchas veces sin cobrar o con sueldos muy bajos), es algo que no olvidarán.

Nadal saludó desde a las recepcionsitas del All England Club, pasando por los camareros, responsables de seguridad, acomodadores... Y lo hace acercándose a todos estrechándoles la mano o dándoles un abrazo. Y si tiene que estar más de media hora, no tiene problema.

Ahora que las restricciones al contacto físico se han eliminado casi por completo, Nadal ha recuperado esta costumbre, que viene de muy atrás.

Prueba de ello son las palabras de un trabajador de Roland Garros, que además es tenista con discapacidad. Arthur Delaye cuenta su experiencia:

"Como trabajador en Roland Garros desde 2018 puedo decir que Rafa siempre es muy amable con el personal y se toma tiempo para saludar a todas las personas después del torneo. Adoro a Rafa Nadal porque es un gran luchador en la pista y la definición de humildad fuera de ella".

Las lágrimas de Nadal en Roland Garros 2016

El cariño y respeto con el que Nadal trata a los trabajadores de todos los torneos en los que participa le granjean la misma moneda de vuelta. Prueba de ello es lo ocurrido en Roland Garros, su torneo fetiche, unos años atrás

El catorce veces campeón en el abierto de París no siempre ha salido de allí sonriente y triunfador. En 2016 tuvo que retirarse lesionado en tercera ronda, antes de enfrentarse a Marcel Granollers y, como ha hecho ahora en Wimbledon o antes en todos los torneos, fue despidiéndose uno a uno de los trabajadores.

La respuesta de estos fue dedicarle un atronador aplauso que hizo que Nadal rompiese a llorar de la emoción. Les prometió que volvería y ganaría más veces: desde entonces lo ha hecho cinco veces.

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