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El Barcelona abusa y golea a un deprimido Sevilla en el que ya peligra Lopetegui

Lopetegui y Xavi, duelo en los banquillos de Sevilla y Barcelona
20minutos

El duelo entre Sevilla y Barcelona en el Sánchez Pizjuán reflejó sin más las realidades que atraviesan ambos equipos. El equipo azulgrana continúa en franca progresión, con un plantillón plagado ya este año de recursos en cada línea y un seguro de vida en su ataque que atiende al nombre de Robert Lewandowski. Enfrente, la depresión invade cada poro del Sevilla, que no halla luz al final del tunel. El asunto amenaza con ruina total.

Y, mira tú por donde, fue el equipo de Lopetegui quien salió en modo ciclón, gozando en los primeros 20 minutos del partido de un buen puñado de ocasiones para abrir el marcador, rompiendo la defensa de un Barcelona que hacía aguas con los balones entre líneas de Isco y Rakitic.

Pero el balón no entró, Ter Stegen tuvo mucho que ver, y las máximas del fútbol suelen cumplirse: a la que tuvo el Barcelona el balón se fue la a la red con el gol de Raphinha y el partido cambió por completo. Empezaba un monólogo.

El Sevilla acreditó entonces su mandíbula de cristal y se fue a la lona, con varios jugadores ya pidiendo la hora, muy por debajo de un nivel físico aceptable, caso de Isco. Mientras, el equipo de Xavi fue creciendo y no tardó en llegar el segundo tanto, obra de Lewandoswski, habilitado en el centro del área por el torpe defensa sevillista: el polaco paró el balón con el pecho y el resto fue coser y cantar para un tipo como él que respira gol. Hasta el descanso, pudieron llegar más, pero el 2-0 quedó fijo, mientras el run-run comenzaba a extenderse por las gradas del Pizjuán.

La vida siguió igual en la segunda mitad, pues el Sevilla no daba para mucho más. Tuvo sus ocasiones, ya no tan claras, pero a su defensa se le veían todas las costuras y los jugadores con la camiseta ayer dorada entraban por allí como por el patio de su casa. Eric García marcó el tercero y Xavi dio refresco a su equipo. El problema para el Sevilla era que cada jugador que salía estaba hambriento, ya fuera De Jong, Ansu o Ferran, por lo que el nivel del Barcelona no bajó. Solo su escasa puntería, pues ocasiones las tuvo, evitó una goleada de escándalo a un Sevilla que el martes inicia su aventura Champions con la llegada del City de Guardiola: resurrección o siniestro total, con Lopetegui al filo del abismo. La bronca del Pizjuán de ayer fue de época. 

Mientras, en el Barcelona, todo es felicidad.

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