Tango, Etrusco, Questra, Tricolore... La historia interminable de un balón del Mundial con 'mil y una caras'

Balón del Mundial de Catar 2022
Balón del Mundial de Catar 2022
EFE
Balón del Mundial de Catar 2022

Andrés Calamaro le puso letra y música a una evidencia mágica, que Maradona tenía un don para tratar bien al balón. ¿Hay algo más importante en el fútbol? Porque cuando se acaba la discusión sobre tácticas, polémicas y rivalidades, siempre queda el balón. Ese codiciado objeto de deseo, el mayor en el fútbol después de la camiseta o si me apuran al mismo nivel, encontrará en Qatar 2022 una nueva encarnación.

FIFA ha vuelto a encargar a Adidas que fabrique la pelota con la que se jugará la Copa del Mundo y la empresa alemana, en su catorceava entrega consecutiva del balón mundialista, ha parido el Al Rihla. En árabe significa “el viaje” y está inspirado por la cultura, la arquitectura, las embarcaciones y la bandera de Qatar. Será el último de una larga estirpe.

Los primeros balones de cuero

En aquellos primeros años los balones eran de cuero y solían estar compuestos de doce piezas rectangulares cosidas entre sí. La pelota argentina Tiento con la que se disputó parte del mundial uruguayo es el perfecto ejemplo de ello. Una vejiga animal en su interior garantizaba el buen rodaje y el cuero exterior su durabilidad. Tiento, por cierto, era el nombre del cordón de cuero que abrochaba la pelota por fuera.

Pero en Uruguay hubo otra pelota similar, la T-Model uruguaya. En esta edición inaugural, cada mitad de la final del Mundial vio un balón diferente, ya que las dos selecciones finalistas se empeñaron en llevar el suyo propio.

Durante los siguientes mundiales la pelota la puso el país anfitrión y así fuimos conociendo nombres tan evocadores como la Federale 102 (Italia 1934), el Allen (Francia 1938), las preciosas Super Ball Duplo, con válvula para su hinchado, con las que se disputaron las ediciones de 1950 y 1954 o el Mr Crack chileno. Esta última fue la primera pelota en alcanzar la circularidad perfecta al utilizar un sistema de 18 paneles en lugar de 12.

Nace el Telstar, llegan los balones modernos

En México 1970 comenzó la colaboración de Adidas con FIFA para fabricar el balón del Mundial. El primero de esa fructífera saga fue el Telstar, el más redondo de la historia hasta el momento, con 32 piezas poligonales de cuero en blanco y negro. Se diseñó para que fuera reconocible con facilidad en las retransmisiones televisivas y tuvo tal impacto que incluso hoy su diseño sigue siendo el canon de lo que consideramos un balón de fútbol.

Tras el Telstar, la evolución de la pelota siguió imparable, dejándonos por el camino nombres memorables. Nombres que se han convertido en conceptos generacionales. Trozos de historia que identifican nuestra edad solo con pronunciar su nombre en alto ¿Quién no ha jugado alguna vez con un Tango, un Azteca, un Etrusco, un Questra o un Tricolore?

La tecnología lo cambia todo

Un anatema para todos los que sólo concebían un balón hecho de hexágonos pegados entre sí, el Jabulani del Mundial 2010 todavía es recordado como una de las pelotas más innovadoras. Sus ocho penales sellados fueron la pesadilla de porteros y defensas ya que por su ligereza tendía a cambiar de trayectoria en el aire con suma facilidad. Era precioso pero resbaladizo.

Y así, saludando por el camino al Brazuca y al Telstar 18 llegamos al Al Rihla, la flamante pelota que en Qatar 2022, como aquellas primeras esferas de cuero animal por las que rieron y lloraron hace casi 100 años durante el nacimiento de la competición, simboliza los sueños de miles de aficionados en todo el mundo.

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