Carmen Juncal Redactora jefe deportes
OPINIÓN

Volvemos

España celebra el triunfo en la final del Mundial.
España celebra el triunfo en la final del Mundial.
EFE
España celebra el triunfo en la final del Mundial.

Hacía calor. Era verano. España jugaba una final contra Holanda un partido que no fue muy limpio, pero aquella prórroga, con un Iniesta brillante y su gol a cuatro minutos del final, hizo que todos vibráramos a un único son. Del Bosque, el primero. Aquel día ganamos porque fuimos un equipo. Ellos con el esférico en los pies. Nosotros, como aficionados todos, nos volcamos como nunca con la selección.

Aquel Mundial sirvió para que cada persona tomara la calle y se pusiera entonar cánticos que poco se parecen a un himno, pero que doce años después, todos lo recordamos y si hacemos memoria, sabemos dónde estábamos, con quién lo celebramos y cómo queríamos sentirnos.

El 11 de julio de 2010 marcó un antes y un después en nuestros jugadores. Ascendieron por tercera vez al número 1 de la clasificación FIFA, entre otras muchas cosas. Desde ese día, la Selección ha tenido auténticos maestros dirigiéndoles -para unos- meros detractores del fútbol para otros. Del Bosque, Lopetegui, Luis Enrique o Robert Moreno llevaron la fiebre mundialista a Brasil 2014 y Rusia 2018. No pudo ser. Nos quedamos con el sinsabor de la derrota, con la vista apartada, cabizbajos, sin ganas.

Hoy vuelve la ilusión del reencuentro. No estamos locos por soñar con un Mundial. Una renovada y joven selección nos ha traído de nuevo la esperanza de compartir la emoción de vivir el segundo evento deportivo global, detrás de unos Juegos Olímpicos.

Ha pasado tiempo, claro que sí, pero queremos salir a ganar y gritar una victoria a pleno pulmón. Queremos olvidar por un momento todo lo que nos ha traído un confinamiento que cerró el mundo y se llevó a muchos de los nuestros por delante por una maldita pandemia que sigue con nosotros. Dejar de lado muchísimos desastres naturales que no dejan levantar cabeza y azotan las zonas más desfavorecidas. Una amenaza de guerra nuclear que a muchos quiebran los nervios. Ronda y rondará por nuestra cabeza la falta de derechos de un estado soberano como Qatar, un país que ha visto al deporte -como tantos otros- como moneda de cambio para ofrecer al mundo su cara reformista, amable, versátil y burocrática. Por supuesto que al finalizar lo que no ha empezado, veremos una FIFA desquebrada por este tema, pero eso será otro cantar.

No somos Brasil, Francia, Argentina o Uruguay, somos todos una nueva selección de oro que, con su juventud y organización, puede ganar un mundial y entonces, volveremos a cantar. Y, de momento, hoy volvemos a soñar con la Roja. ¡Vamos!

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