La realidad es inevitable: la selección española jugó cuatro partidos en el Mundial y solo ganó a Costa Rica. Su juego pasó de sublime a mediocre, tanto mareo inservible del balón, y no hay excusa. El futuro es prometedor, vale, pero ahora mismo no tenemos un solo jugador entre los mejores del mundo, solo aspirantes. El equipo de autor de Luis Enrique ha fracasado y su despido está más que justificado, caiga mejor o peor. Y esa, es una realidad.
OPINIÓN09.12.2022 - 05:38h
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