Los ánimos se incendiaron sobre el césped del estadio Lusail en el Argentina-Países Bajos en los últimos minutos de un partido que se fue calentando según se acercaba el pitido final, y que se terminó llevando la albiceleste en la tanda de penaltis para citarse con la Croacia de Luka Modric en semifinales.

Nada fuera de lo extraordinario se vivió en los primeros 80 minutos del duelo, cargado de tensión por la magnitud de unos cuartos de final. Argentina ganaba 2-0 con tantos de Molina y Messi, y todo parecía indicar que así se terminaría resolviendo el choque. Sin embargo, tres minutos después Weghorst recortaría distancias para devolver a sus aficionados un poquito de esperanza antes del final.

Ahí fue cuando los cables comenzaron a cruzarse, pues para el 85 el banquillo neerlandés recibiría sin venir a cuento un balonazo de Leandro Paredes, que despejaría hacia el banco rival el esférico suelto tras entrar fuerte a Aké cuando conducía el esférico por el costado derecho. 

El desafortunado gesto ocasionó una tangana sobre el terreno de juego entre los futbolistas de la 'Oranje' y los de la albiceleste. Los suplentes fueron los primeros en rodear al mediocentro de la Juventus, que terminó en el suelo cuando Virgil van Dijk llegó como una exhalación para chocar con él a modo de réplica. Después se sucedieron los empujones, hasta que el jaleo se fue disolviendo para dar paso a Mateu Lahoz mostrando la cartulina amarilla a Paredes.

EFE

El fútbol terminaría siendo justo con Países Bajos y dando una lección a Argentina, y en el último minuto de los 10 que se añadieron de prolongación para recuperar el tiempo perdido en el revuelo, Weghorst haría el segundo en una jugada ensayada botada desde la frontal del área para mandar el partido a la prórroga.

Fue un espejismo pensar en una posible victoria de la 'Oranje'. El 'Dibu' Martínez se puso la capa de héroe y voló para detener los disparos de Van Dijk y Berghuis. Solo el fallo de Enzo Fernández puso tensión a una tanda que culminó con el tanto de Lautaro Martínez para certificar el pase de la albiceleste a las semifinales.

Ese último gol desató la euforia de los jugadores argentinos, dejando una vergonzosa imagen que solo permite una conclusión: tan importante es saber perder como saber ganar. Mientras los futbolistas neerlandeses se dejaban caer sobre el verde lamentando la derrota, Paredes, Montiel, Otamendi y Di María celebrando mirándoles directamente. 

El festejo, quizás, hubiera pasado más desapercibido si en el otro partido de cuartos no hubiese pasado lo que pasó: el capitán croata, Luka Modric, se fue acercando uno a uno, y en especial a Rodrygo, que falló el primer penalti de la canarinha, para animarles y felicitarles por el partido a pesar de la derrota.