Cuatro meses y medio después de estampar su firma para convertirse en el rutilante fichaje del Sevilla, Isco Alarcón está a punto de poner otra rúbrica para cerrar el acuerdo que formalice su salida del equipo sevillano. La aventura del malagueño no ha llegado ni a Navidad.

La salida de Isco es ya cuestión de horas y para encontrar su origen hay que remontarse unas semanas atrás, cuando se inició el conflicto entre el jugador y el director deportivo sevillista, Monchi. Después, llegaron varias sesiones de entrenamientos en las que el centrocampista se ausentaba por una misteriosa lesión de la que apenas se informaba. La poca confianza del técnico Jorge Sampaoli ha hecho el resto.

Isco (30 años) llegó al Sevilla el pasado mes de agosto, tras una aventura en el Real Madrid plagada de luces y sombras. Aterrizaba en la capital hispalense en loor de multitudes y avalado por su eterno valedor, Julen Lopetegui. Pese a que le costó encontrar la forma, él fue la mejor noticia del equipo durante las primeras jornadas ligueras: era el más destacado de un club a la deriva que no tardó en buscar remedio. Lopetegui se marchó y llegó un viejo conocido, el argentino Sampaoli.

Poco a poco, el centrocampista fue perdiendo la confianza de su técnico, que le comunicó que no contaba con él. Ahí comenzaron los problemas que han llevado a la drástica y sorprendente decisión: Isco, 19 partidos después, se va. Ha durado 135 días. ¿Destino? Lopetegui y su Wolverhampton vuelve a llamar a la puerte. ¿ Y si no? Quizás un equipo de la zona media de La Liga o una oportunidad fuera de España, tan exótica como posiblemente lucrativa.