Con la cabeza gacha y recibiendo la ovación del público dejó Rafael Nadal el Rod Laver Arena y el Open de Australia. Una despedida muy triste y demasiado dura para uno de los mejores tenistas de la historia, que llegaba a Melbourne defendiendo la corona y se marcha con problemas físicos y cayendo ante Mackenzie McDonald, que desplegó un juego espectacular para sorprender al campeón y llevarse el partido por 4-6, 4-6 y 5-7.

Las buenas sensaciones con las que había arrancado el balear el primer Grand Slam del año en su debut se fueron al traste en la segunda ronda, porque no fue el mejor día del balear y sí del norteamericano, dos juegos arriba nada más iniciarse el partido tras romper el servicio del número 2 del mundo.

McDonald olió sangre al verse por encima con tanta superioridad, siempre utilizando su mejor arma, el saque directo -consiguió hasta 14 en total-, y aprovechando los fallos de Nadal, y le asestó otro golpe volviendo a conseguir el break en el quinto juego.

Los gestos de dolor de Nadal en su adiós inesperado en el Open de Australia

La versión del manacorí sobre la pista fue solo un espejismo de lo que suele ofrecer, desde la primera bola hasta la última. Empezó más lento de lo habitual, cediendo en demasía con sus segundos servicios -el estadounidense ganó el 63%- y cometiendo muchos errores no forzados -hasta 31 en total-. Encima, no dejó de encontrarse con la red en todo el partido y terminó aliviando su frustración golpeando su raqueta en el banquillo.

Eso fue ya bien entrado el segundo set -que arrancó como el primero, perdiendo su servicio en el primer juego- después de volver a conceder otro break cuando ya había conseguido recuperarse de la rotura inicial y estaba desplegando su mejor tenis hasta el momento. 

Lo peor llegaría justo después, en el arranque del siguiente juego. Puso mala cara Nadal al intentar una carrera para alcanzar una bola. Dejó de apoyar plenamente y empezó a cojear. Malísima señal, preocupación en las gradas. La alarma terminó de sonar cuando requirió que entrasen los fisios, a los que indicó que el problema lo tenía en la parte alta de la pierna izquierda, en la unión con la cadera, y acabó entrando a los vestuarios para ser atendido.

Las lágrimas de Mery Perelló al ver a Nadal lesionarse ante McDonald en el Open de Australia

Regresó a pista con rostro muy serio, consciente de que se le acababan de escapar todas las opciones de remontar el partido. Así fue, apenas pudo responder a las embestidas de su rival mientras Mery Perelló, su mujer, sufría en la grada tanto como él sobre la cancha, viendo el 'quiero y no puedo' de Rafa intentándolo.

McDonald se llevó el set, y todas las cámaras apuntaron hacia el español para ver si el partido terminaba ahí o podría aguantar uno más, el definitivo. Eligió morir de pie, con la raqueta en la mano y complicándole la vida al norteamericano todo lo que pudo y un poquito más.

Fue la manga que más igualada estuvo a pesar de que el campeón de la última edición del Open de Australia casi no podía correr. Tiró de saques directos y más dejadas a la red de las que le hubiera gustado hacer para ponerle emoción hasta el final y sembrar una semillita de esperanza en sus seguidores. Pero la gesta era demasiado difícil hasta para él, todo un experto en estos lares.

Esa leve posibilidad de verle volviéndolo a conseguir se acabó en otra carrera en la se hizo más daño. Y ya se dejó ir en un cruel final para una leyenda como él. "No puedo decir que no estoy mentalmente destrozado porque estaría mintiendo", confesaría tras el partido. También que "había notado algo en los días previos" en la cadera, "pero nada como hoy". 

La derrota no solo le deja muy tocado anímicamente, también en el ránking, en el que caerá hasta la sexta posición. Sin embargo, con Rafael Nadal ya se sabe que nunca nada acaba como empieza, y menos a estas alturas de su carrera. Tendrá su primera oportunidad de revancha en marzo, en el Indian Wells, un mes después en el Open de Madrid y más adelante en su torneo favorito, Roland Garros.