El Atleti sigue a la deriva y se deja otros dos puntos en casa ante el Getafe

  • Correa es el primer jugador en celebrar un gol en Liga desde el banquillo; su gol anulado por fuera de juego fue validado por el VAR tras su sustitución.
  • Quique Sánchez Flores coge aire gracias al gol de Ünal de penalti por mano de Saúl.
Ángel Correa se dispone a disparar para adelantar al Atlético ante el Getafe.
Ángel Correa se dispone a disparar para adelantar al Atlético ante el Getafe.
Agencia EFE
Ángel Correa se dispone a disparar para adelantar al Atlético ante el Getafe.

La tarde de fútbol en el Metropolitano dejó mal sabor de boca en el respetable colchonero después de otro tropiezo de los suyos, un 1-1 ante el Getafe, y sobre todo después de la imagen ofrecida. Antes, eso sí, hubo tiempo también para las sorpresas. Estaba sentado Ángel Correa en el banquillo del Atlético de Madrid, reemplazado a la hora de partido por Yannick Carrasco, lamentándose aún por el gol anulado por fuera de juego unos instantes antes, cuando el VAR le concedió el tanto al atacante.

Por primera vez en la historia de la Liga, un jugador 'anotaba' un gol desde el banquillo, aunque fuese con la asistencia tardía del VAR. El argentino quiso salir a celebrarlo, pero fue engullido en el asiento por sus compañeros, aliviados por un tanto que les daba vida en un partido muy complicado. De hecho, no fue suficiente, porque Enes Ünal aprovechó un penalti por manos de Saúl para brindarle el empate al Getafe y para sostener en el cargo a Quique Sánchez Flores.

Al final, Correa sí que pudo salir de ahí para celebrar como merecía el gol, sin intuir que no iba a valer más que para un punto. Un punto insuficiente para un 'Cholo' tan agotado como su equipo, pero que le sabe a gloria a su homólogo en el banquillo azulón. El ir y venir de los entrenadores cuando los resultados no van por el camino esperado es una de las máximas del fútbol, y ahora le ocurre al Getafe y a Quique Sánchez Flores, cuyas horas parecían contadas como técnico del Getafe. 

El penalti fue el único tiro entre los tres palos de los suyos, pero llegó como un milagro para darle una vida más. La mano extendida de Saúl, de espaldas al balón, en un remate de Borja Mayoral estableció la pena máxima y el posterior empate. Tras su gol, el Atleti demostró excesivo recelo defensivo, no fue a sentenciar el partido, y lo pagó. Aun así, sus esfuerzos en los primeros 45 minutos tampoco habían sido increíbles.

No es el Atlético de hace unos meses, el que cayó como cuarto en su grupo de Champions, pero tampoco se parece al que alcanzó las cotas más altas en tiempos no tan pasados. Están casi todos los mismos que antes del Mundial (se fueron Joao Félix, Cunha y Felipe y vinieron Memphis Depay y Matt Doherty), pero es otro equipo. Distinto y distante de lo que fue hasta el parón por Qatar 2022, sin alma y sin alegría por jugar.

Le faltó al Atlético gol y remate en ese primer periodo, por más méritos que concentró en media hora. Un tiro alto de Griezmann, un fútbol rápido, una parada de David Soria al internacional francés, un penalti reclamado por Morata, un gol por fuera de juego claro anulado al delantero rojiblanco, otro zurdazo alto de Griezmann, unas cuantas maniobras de Correa, varios centros de Nahuel Molina... Y nada. Sin gol. 

En la segunda mitad, otro aire empujó al Atleti sobre la portería de David Soria, y fructificó en ese gol milagroso de Correa. Lo peor del libreto de Simeone salió entonces a relucir, y le costó a un Atlético aburrido y horizontal otros dos puntos que le complican la lucha por la tercera plaza, y sobre todo, por los puestos Champions, que peligran hoy más que nunca.

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