Silvio Berlusconi ha muerto este lunes a los 86 años, lejos del Milan sobre el papel, con el corazón como rossoneri, y en la historia del club milanés para siempre como artífice y arquitecto del gran Milan, aquel equipo que enamoró a toda Europa.

Llegó un 20 de febrero de 1986. Nadie imaginaba entonces que el polémico empresario italiano convertiría a los rossoneri en una leyenda del viejo continente, aunque debió servir de aviso ese día de julio del mismo año que aterrizó en helicóptero en el Arena di Milano junto a sus mejores jugadores mientras sonaba de fondo la Cabalgata de las Valquirias de Wagner.

Su icónico Milan empezaría por su apuesta desde los despachos por Arrigo Sacchi, cuyo método conquistó el continente en la temporada 1988/1989, apenas un año después de su llegada, con un once de ensueño capaz impedir que La Quinta del Buitre alcanzase la gloria en la Copa de Europa. El único gran 'pero' de aquel Real Madrid.

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Galli; Tassoti, Baresi, Costacurta y Maldini; Colombo, Rijkaard, Ancelotti, Donadoni; Van Basten y Gullit fueron los elegidos para saltar al terreno de juego en la primera gran noche europea de Berlusconi, aquella en la que levantó su primera Orejona tras una goleada (0-4) al Steaua de Bucarest.

Fue la primera de las cinco que lograría en tres exitosas etapas en Europa: la primera, con Sacchi, que añadiría un total de dos a las vitrinas de San Siro; la segunda, con Fabio Capello, que ganaría una en tres finales disputadas; y la última, con Carlo Ancelotti, que lideraría al último gran Milan para coronarse en otras dos ocasiones.

La importancia de Berlusconi en el conjunto rossonero no se entiende sólo desde el punto de vista económico, por su acierto en la elección de técnicos o porque sus mejores años coincidieron con algunos de los mejores futbolistas de la historia (Gattuso, Kaká, Seedorf, Weah, Pirlo o Inzaghi) en sus filas, sino también porque impulsó una mentalidad ganadora en el club.

Además de cinco Champions League, el Milan conseguiría durante la era dorada de Berlusconi dos Copas Intercontinentales, un Mundial de Clubes y cinco Supercopas de Europa. También dominaría el Calcio con mano de hierro levantando siete Ligas, una Coppa Italia y cinco Supercopas Italianas. Un palmarés que redondearía con otra Liga más en 2011 y dos Supercopas Italianas en 2011 y 2016 para hacer un total de 29 títulos en 31 años como propietario del club.

Su final con los rossoneri comenzaría a cocerse en 2006, con la confirmación de su implicación en el 'caso Calciopoli', y un año después llegaría la conclusión de una era gloriosa con su última Copa de Europa. A partir de entonces, una planificación deportiva en el punto de mira con la llegada de estrellas a punto de apagarse (Ronaldo, Ronaldinho o Robinho) y de promesas que se quedaron por el camino (Bojan o Pato), y los malos resultados marcaron mandato.

Todo ello, sumado a una deuda económica del club de 220 millones le llevó a venderlo el 13 de abril de 2017 al conglomerado chino Rossoneri Sport Investment Lux, actual propietario, para poner así fin a una época dorada que nunca podrá borrarse.