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Montse Tomé, seleccionadora: la última barrera rota en el fútbol femenino español

Montse Tomé, nueva seleccionadora nacional de fútbol femenino.
Montse Tomé, nueva seleccionadora nacional de fútbol femenino.
Jan Kruger - FIFA
Montse Tomé, nueva seleccionadora nacional de fútbol femenino.

Montse Tomé ha hecho, sin saberlo, historia. Pero Historia escrita con mayúscula, más bien, porque se ha convertido este martes en la primera mujer que dirige la selección española absoluta de fútbol femenino. Historia, insistimos, del deporte español, pero también del movimiento feminista en nuestro país, porque este hito significa mucho más de lo que parece. 

Es, literalmente, un logro que rompe el último techo de cristal de las mujeres en el fútbol; un mensaje a miles de niñas que sueñan con ser profesionales: pueden ser futbolistas, pueden ser campeonas del mundo, y ahora también saben que pueden ser entrenadoras y seleccionadoras. Queda mucho trabajo por hacer para lograr la igualdad, pero este paso adelante guarda una trascendencia inenarrable.

Aunque parezca increíble, por un lado, y sea muy triste por el otro, han tenido que pasar 40 años para que el puesto lo ocupe una mujer. En 1983, la Real Federación Española de Fútbol oficializó la selección absoluta femenina, pero desde entonces, únicamente tres hombres ocuparon el cargo, cuando en realidad esta siempre fue la situación idónea: una mujer dirigiendo a las mujeres. 

Teodoro Nieto (83-88) primero, en unos primeros años donde la incertidumbre y la falta de medios primaban por sobre todo lo demás;  sucedido por una figura como la de Ignacio Quereda (88-15), un cacique homófobo y machista que se agarró al cargo amparado por el régimen de Ángel María Villar en la RFEF y que trató durante 27 años a las futbolistas de forma vejatoria y abusiva; hasta llegar a Jorge Vilda, un hombre con más sombras que luces, pero todavía un hombre al frente de la Selección.

Nacida cerca de Oviedo en 1982, en el concejo de Pola de Siero, el nombramiento como seleccionadora del equipo nacional femenino de Montse Tomé es revolucionario e histórico, la guinda a una carrera y una vida dedicada firmemente al fútbol; el premio a una apuesta que, en su época, era más bien temeraria, pero que no dudó en emprender desde bien pequeña, jugando desde sus comienzos en la calle, en el parque, en el colegio, sin importar que el balompié fuese visto en aquel entonces como un deporte 'para chicos'.

Mano derecha de Jorge Vilda al frente de la Roja desde 2018, el comienzo de su trayectoria se remonta casi dos décadas atrás, cuando formaba parte de las categorías inferiores del Oviedo Moderno, como se conoce al equipo femenino del Real Oviedo. Antes, desde bien pequeña, se tenía que conformar únicamente con jugar con los chicos en la calle porque sencillamente no podía hacerlo en equipos oficiales, pero todo eso cambió y seguirá cambiando en parte gracias a ella, a su pasión por el balompié, a su constancia y cabezonería.

No desistió y siguió persiguiendo un sueño que hoy es una realidad gracias a figuras como la suya. Así, haciendo caso omiso a las voces de familiares y amigos que iban en su contra y que podían perjudicarla con sus comentarios, acabó entrando en El Romanón, en ese concejo de Pola de Siero, en el que continuó su progresión y dio el salto al Oviedo Moderno.

A partir de entonces, su evolución fue constante e imparable. Primero llegaron las convocatorias habituales con la selección asturiana, y en 2006 dio el salto a la élite del fútbol español, al Levante, con el que ganó la Superliga 2007/08. Una competición, por cierto, que no sería considerada como profesional hasta más de una década después precisamente gracias al esfuerzo, influencia e insistencia de pioneras como ella.

Tuvo que ser operada por una hernia discal en 2010 que le hizo estar parada varios meses, pero seguía demostrando un espíritu incansable como el que la ha llevado a dirigir a la Roja. Abandonó el Levante y se enroló en el Barcelona cuando el Barça no era todavía lo que es hoy, y allí volvió a pavimentar el camino para las estrellas que estarían por llegar. Coetánea prácticamente con Jenni Hermoso, no llegaron a coincidir en el club azulgrana, pero sí se vieron las caras sobre el verde. Ahora, se las volverán a ver para hacer que siga creciendo el fútbol femenino español.

Tomé regresó a casa, al Oviedo Moderno, en 2013, y allí consiguió el ascenso a la máxima categoría, pese a lo cual decidió retirarse ante la exigencia que conllevaba un fútbol que no recompensaba todo lo que demandaba de ella para seguir en activo. Fue internacional en cuatro ocasiones en categoría absoluta, pero el mayor ejemplo que podía dar a las niñas de todo el país fue al terminar sus estudios de magisterio. Ahora que sí se puede vivir del fútbol femenino, no viene mal recordar lo importante que es seguir en formación académica para el después.

Montse Tomé, amante empedernida de la naturaleza, fue más allá de su carrera universitaria porque amaba el fútbol, y por eso se sacó la licencia de entrenadora UEFA Pro junto a nombres ilustres como Lionel Scaloni, Fernando Redondo, Leo Franco, Javier Saviola, Andoni Iraola, Gica Craioveanu, Juan Carlos Valerón o Laura del Río, entre otros. Y como era costumbre en su vida, la recompensa le llegó al poco, con la llamada de un Jorge Vilda al que no conocía para ser su segunda.

"Me saqué el título y empecé en la elite. No conocía a Jorge, pero me llamó por teléfono y me propuso ser su ayudante. A veces pensamos que el primer y el segundo entrenador tienen mucha confianza, pero yo pensé: ¿y si no congeniamos?", rememoró en una entrevista con EFE durante el Mundial de Francia de 2018, en la que valoró su ambición y carácter, al margen del trabajo.

Aceptó ese reto sin dudarlo pese que tenía que dejar Oviedo y trasladarse a Madrid, como tampoco dudó en el momento y hora en que sintió, como el resto de sus compañeros en el cuerpo técnico de Vilda, que debía poner su cargo a disposición de la Federación para mejorar el fútbol femenino español, tras la surrealista Asamblea General Extraordinaria en la que fue coaccionada junto a muchos compañeros y compañeras a aplaudir a Luis Rubiales durante el discurso en el que anunció que no dimitiría. 

¿Qué habrían hecho ustedes si hubiesen tenido a su jefe, a una persona tan poderosa como intimidante, a escasos palmos exigiéndoles apoyo y sumisión frente a las cámaras? Una papeleta nada fácil, mucho menos siendo mujer y siendo consciente de los comportamientos, actitudes y formas de pensar del susodicho. 

Ella llegó en 2018 para ser simplemente la mano derecha de Vilda, pero las recompensas a su entrega y dedicación siguieron llegando. En 2020 también se hizo cargo de la selección sub-17 tras la salida de Toña Is, y a su vez pasó a ser la encargada del equipo sub-23, creado para que el salto entre el conjunto sub-19 y el absoluto fuera menor. 

Todos los caminos conducían a su Roma particular, y ahora podrá ser emperatriz del fútbol femenino español, la líder que necesitaba con urgencia la Selección en su banquillo, la que puede conciliar las exigencias que crearon ese cisma entre Vilda y la RFEF y 'las 15' pioneras de un cambio tan necesario como excesivamente tardío. El reto, aun así, es mayúsculo, porque no son 15, son más de 80 profesionales que, mientras siga Rubiales, jamás vestirán la zamarra roja de nuevo.

Desde luego, actitud no le faltará, y aptitudes tampoco. La asturiana siempre tuvo claro que le gustaba además de jugar y enseñar, entender el juego: "Cuando mis entrenadores me mandaban algún ejercicio, siempre preguntaba por qué lo hacíamos. Esa inquietud la he tenido siempre. Sí pensaba que podría ser entrenadora, pero no creía que el fútbol femenino pegaría un cambio tan grande como para poder vivir de eso". 

Ahora, además, deberá entender y comprender a las jugadoras si quiere volver a unir y cohesionar la que ya es su selección. Nadie mejor que una jugadora que no conoció el profesionalismo, que nació en la tierra y el barro pero jamás se corrompió como le sucedió a Rubiales, con quién coincidió durante la etapa de ambos en el Levante, para enderezar el rumbo y sanar esa herida.

Siempre se ha considerado una privilegiada por haber conseguido entender el juego, por haber logrado ser futbolista primero y entrenadora después, y ahora tiene delante el mayor reto de su vida. Debe relevar a Jorge Vilda, campeón del mundo pese a todo, y comandar la selección absoluta desde ya. Un desafío nimio en comparación con su auténtico cometido: hacer historia, sentar un precedente para millones de niñas, cambiar las reglas del juego. 

Una responsabilidad tan grande, casi inabarcable, como la estrella que luce la Roja en el pecho desde hace un mes. En pocos días tendrá los primeros exámenes, claves porque los Juegos de París 2024 están en disputa, en la Liga de Naciones, en los partidos ante Suecia y Suiza. Y no sólo deberá jugar bien o ganar, deberá liderar el cambio, la revolución, aunque con algo de suerte no lo hará sola. Tiene la titánica tarea de ser la figura que cambie la Federación por dentro, y la que traiga de vuelta a casa a las disidentes, cumpliendo todas las exigencias que las separaron. ¿Logrará convencerlas y romper con el legado de Jorge Vilda?

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