En septiembre de 2018, España y Portugal pactaban una candidatura ibérica para organizar el Mundial 2030, dúo que Pedro Sánchez quiso trío tirándole los tejos a Marruecos. El tiempo pasó y Marruecos desapareció de la candidatura, España y Portugal hicieron oficial su matrimonio, Ucrania se añadió desde las trincheras y Marruecos regresó al redil, para alegría de Pedro y cabreo del ex Rubiales y Portugal.
Este miércoles, la FIFA nos dio el Mundial: España y Portugal son las sedes principales; Ucrania desaparece; Uruguay, Argentina y Paraguay aparecen –¿para allanar una cita mundialista saudí en 2034?– y Marruecos, que se fue y volvió, se relame y anuncia que quiere la guinda, la final del Mundial. ¿Alguien es capaz de asegurar ahora, visto el percal, que ese partido se pueda disputar en España? ¿Y alguien se cree todavía que el fútbol es un deporte y no puro negocio y oscura política?
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