Rafa Nadal ha vuelto. Ahora sí que sí. Y lo ha hecho por todo lo alto: con una arrolladora victoria frente a Dominic Thiem (7-5 y 6-1) en la primera ronda en Brisbane. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que el balear celebró un triunfo, exactamente 351 días desde que derrotó a Draper en el Open de Australia, y su celebración dejó claro todo lo que ha tenido que pasar para volver a disfrutar sobre la pista.

Vítores y muchos aplausos se escucharon en una Pat Rafter Arena a reventar —nadie quería perderse el regreso en solitario de Rafa—en el momento en el que Nadal pisó la superficie dura australiana. Y el español no decepcionó a un público entregado: le bastó una hora y media para tumbar a su rival y sumar el triunfo número 1.069 de su carrera, con el que supera a Lendl y se convierte en el cuarto tenista con más duelos ganados en el circuito ATP. 

Empezó el partido como si no hubieran cumplido prácticamente 12 meses de su último partido, con un puntazo sobre la línea que despertó la ovación de las gradas. Pero él, ni se inmutó. Siguió a lo suyo sobre la pista para imponer su ritmo ante un guerrero Thiem que le mantuvo el pulso en el primer set hasta el 5-5.

A partir de ahí, después de un recital de puntos y varios saques directos del manacorí, los errores no forzados y las bolas a la red pesaron en la conciencia del austriaco. El número 98 del ranking ATP encadenó fallos y le dio a Nadal la primera bola de set tras casi una hora de juego y Nadal, que necesitó de otras tres ocasiones para cerrar la manga, no le perdonó.

Necesitó una dejada en la red después de acorralar a su contrincante en el fondo de la pista con un intercambio de golpes y un mate fortísimo, pero por fin Rafa celebró, con mucha rabia, para desquitarse de uno de los años más complicados en su carrera deportiva.

Ese fue el empuje que le faltaba para terminar de desatarse sobre la pista, porque en el segundo set Nadal no tuvo rival. Si en el primer pulso había necesitado 12 juegos para romper el saque de Thiem, en el segundo solo necesitó dos, lo que acabó por hundir al austriaco, que ya no fue capaz de reponerse.

Lo intentó de todas las maneras 'Domi', pero ya no había forma de contener a un Nadal que respira tenis y que dio la sensación de nunca haberse alejado de la cancha. El ganador de 22 Grand Slams apagó a su rival cuando dio la sensación de amenazar y cerró el partido en la primera ocasión que se le presentó —con un poco de suspense en su dejada en la red—.

"Hoy es un día muy importante después del año más complicado en mi carrera tenística. He jugado a un nivel muy positivo para ser el primer día", valoró Rafa, después de reconocer haber sentido dudas antes del partido. "He echado de menos ser competitivo y jugar", dijo, pero eso ya se ha acabado. Nadal está de vuelta y en octavos de Brisbane, donde se medirá al australiano Jason Kubler.