Cristiano Ronaldo coloca la pelota en el punto de penalti y mira a Oblak. Es el primer lanzador de Portugal en la tanda de penaltis ante Eslovenia que vale el pase a los cuartos de la última Eurocopa de su carrera y apenas unos minutos antes había fallado otro ante el meta del Atlético de Madrid, pero, a diferencia del resto de los mortales, Cristiano no se pone nervioso, al contrario, logra relajarse y marcar el penalti.
No son sensaciones, es lo que desvela el gráfico de su ritmo cardiaco durante la tanda de penaltis del partido de octavos de final publicado en redes sociales por la empresa de equipamiento deportivo WHOOP.
En él se aprecia un ritmo superior a las 170 pulsaciones por minuto en el momento del pitido final (en torno a las 22.34 horas), apenas unos segundos antes de que CR7 empiece a bajar las pulsaciones a un ritmo abismal.
En el momento de su golpeo, aproximadamente a las 22.38 horas, las pulsaciones del delantero son inferiores a la barrera de las 110 por minuto, un estado de relajación casi extremo en esa situación de presión.
Justo tras su gol se registra un pico entre las 150 y 160 pulsaciones antes de caer ligeramente a un margen entre 130 y 120, fruto del alivio de haber conseguido el tanto.
Por último, Cristiano supera las pulsaciones iniciales del gráfico (más de 170) cuando Portugal consigue el gol decisivo de la tanda que valió el pase a cuartos para la disputa de un cara a cara de vértigo ante Francia.
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