El rey de Wimbledon defenderá su corona este domingo en la final: Carlos Alcaraz firmó un partidazo para derrotar a Daniil Medvédev (7-5, 3-6, 4-6 y 4-6) y jugar, con solo 21 años, el segundo partido por el título de su carrera en 'La Catedral'. Allí espera ya rival: Musetti o Djokovic.
Comenzó eléctrico el partido, confirmando lo que se esperaba en una cita de este calibre. Carlitos, vigente campeón, intentó imponerse con su característico juego agresivo, pero enfrente se topó con un muro. El ruso, con su filosofía de pasar siempre una bola más, desesperó al tenista español y quebró su servicio en el cuarto juego de la primera manga (3-1).
Pero no se dio por vencido el murciano: devolvió el mazazo a base de winners, y tirando del revés cortado, para recuperar lo que era suyo y romper el ritmo del moscovita. Con el 3-2 en el marcador y un partido con intercambios más propios del polvo de ladrillo, Daniil no bajó los brazos y volvió a romper a su rival (4-2).
Y, como en un combate de boxeo, Alcaraz se llenó de paciencia cuando llegaron los intercambios y esperó su momento: llegó cuando servía Medvédev para ganar. Los nervios pudieron con el ruso, y el de El Palmar forzó el tie-break. Pero no tuvo premio: con el 6-6, Medvédev se mostró intratable, hizo gala de paciencia y físico, y no dio opción al vigente campeón para colocar la primera losa en el marcador (7-6).
Hasta ahí llegó la superioridad del moscovita. Consciente de que volver a ceder era cavar su propia tumba, Alcaraz metió una marcha más en el segundo set y ya no frenó hasta que se guardó en el bolsillo el billete a la final. ¿La clave? "Intenté hacer cosas diferentes, no jugar rallys largos, no jugar su juego e imponer mi propio tenis", explicó el propio Carlitos.
Ese es el mejor resumen de lo que fueron el segundo y tercer set, calcados sobre la pista: esta vez fue el pupilo de Juan Carlos Ferrero el que desesperó a su rival, llegando a todo, con una derecha demoledora y con su habitual apuesta por las dejadas en la red. También haciéndose fuerte en el primer servicio. Pero, sobre todo, leyendo muy bien las subidas del ruso a la red para conseguir el primer break de la segunda manga, en el cuarto juego, con dos bolas al fondo de la pista. Una rotura de la que ya no podría reponerse Daniil.
Ese fue el momento en el que más se creció Alcaraz, lleno de moral y confianza, con un nivel difícil de igualar, y se desalentó Medvédev, que empezó a cometer errores. Sin ir más lejos, el tenista español se 'llevó' todas las estadísticas del tercer set: fue el que más primeros (94%) y segundos (56%) servicios ganó, el que más puntos ganó en la red (86%) y el que más winners (14) ganó.
Para el inicio del cuarto y definitivo capítulo, el ambiente de la pista central londinense apuntaba a la victoria del murciano, que empezó tan arrollador como había terminado el episodio anterior: quebró el servicio de Medvédev en el primer juego. Pero el ruso se resistió a dejar escapar la final de Wimbledon tan pronto y le devolvió el golpe justo después. Fue el único momento de duda de un Alcaraz que al séptimo juego dijo basta: dominó la hierba, puso nervioso a Daniil, que incluso concedió una doble falta, para conseguir el break.
Llegados a ese punto, hasta Medvédev vio el partido decidido. Y así fue: Alcaraz confirmó la rotura, Medvédev ganó su siguiente juego, y el número tres del mundo sirvió para ganar. Hizo amago el moscovita de devolverle el break, pero los errores no forzados le condenaron, y el de El Palmar ganó para citarse con el ganador del Musetti - Djokovic en su segunda final sobre el verde de Wimbledon.
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