Mbappé y Real Madrid, un amor por fin correspondido: "Los sueños no se pagan"

Kylian Mbappé y Florentino Pérez
Kylian Mbappé y Florentino Pérez
DeFodi Images
Kylian Mbappé y Florentino Pérez

Sudaba el asfalto madrileño, achicharrado como las máquinas registradoras de la tienda oficial, devorando 185 euros por segundo a cambio de la tela blanca y el número 9 a la espalda con el apellido del amor eterno: Mbappé. La imagen borrosa por fin en HD.

Porque lo de ayer no fue una presentación, no, aquello era una petición de mano masiva y por fin correspondida. Le faltaban músculos faciales a Kylian Mbappé (25 años) para ensanchar la sonrisa, mientras la afición sacaba del cajón los aplausos guardados durante siete años, dispuesta a perdonar tantos deslices. Pelillos a la mar con el amor verdadero. Después, llegó el diálogo, esplendor en la hierba:

–«Voy a intentar hablar en español, buenos días a todos».

–(Ovación).

–«Es increíble estar aquí».

–(Ovación).

–«He soñado años con esto».

–(Ovación).

«Soy un chico muy feliz». –(Ovación).

– «Voy a dejarme la vida por este club y esta camiseta».

–(Ovación).

– «Ha sido muy difícil, pero ya estoy aquí».

– (Ovación).

– («Besa el escudo, besa el escudo»)

– «Muacks».

El impoluto outfit de futbolista desapareció después y ante la prensa apareció el elegante traje oscuro de corbata, relojazo de precio inasumible y una pequeña maqueta del Bernabéu. Con ocho años se la regalaron en casa, otra vez el destino y sus cosas. «Los sueños no se pagan», diría después.

Con la jefa –mamá Fayza Lamari–, en primera fila, el jugador demostró que domina cualquier zona de presión: discurso fluido en español, aprendido en el colegio desde que supo que «acabaría jugando en el Real Madrid»; humildad como tarjeta de visita antes de entrar en el vestuario, y de los asuntos del pasado o las calabazas previas desde París, palabras justas y modo diplomático. «Pasaron cosas», zanjó un par de veces cuando fue cuestionado por la simbólica declaración previa de Florentino Pérez: «Ha hecho esfuerzos que no imaginaríais por venir. Estás aquí porque no te has rendido nunca».

Una hora fue capaz de dormir el chico antes de iniciar un día inolvidable: «Estoy intentando retener todos los momentos para vivirlos al máximo». Antes de su puesta de largo pudo conocer a Ancelotti, con el que hoy hablará de cuestiones más tácticas –«jugaré donde él me diga, yo vengo a ayudar»–, y con los médicos del club, que decidirán una solución para su maltrecha nariz: «Tenemos que hacer pruebas y ver qué hacemos».

Eso sí, la foto con sus nuevos compañeros tardará todavía en llegar, aunque la comunicación ha sido constante durante meses: «Los franceses siempre me decían que viniese y Vinícius también me escribía mensajes para que jugase con él de compañero en la delantera». El overbooking en aquella zona tampoco parece ser un problema para Mbappé: «Los grandes jugadores están hechos para jugar juntos. No tendré problemas para jugar con Vinícius. Hizo unas últimas temporadas perfectas. Ahora me tengo que adaptar a Vinícius, a Rodrygo y a todos para ayudarles. No quiero venir aquí, marcar mi gol e irme a casa. El gol lo marcaré seguro...».

Nada alteró el discurso del francés, una balsa en calma mientras todo se agita alrededor: «Mis objetivos no son diferentes a los del club: ganar títulos. También adaptarme. Estoy en el mejor club del mundo para conseguirlo, donde quería estar desde que era pequeño».

Rondaban las 15.30 horas cuando Kylian Mbappé abandonó el Bernabéu, dispuesto, quizás, a continuar su proceso de adaptación a las costumbres de su nueva vida en España echándose una siesta. Siete años después, ya puede descansar.

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