Deportes

Kipchoge, un 'huérfano' que se quedó sin la carrera del siglo en los Juegos por una inesperada tragedia

El atleta keniano Eliud Kipchoge.
ARCHIVO

Vuelve Eliud Kipchoge, monje keniata, a correr la maratón de unos Juegos Olímpicos, territorio donde siempre cruzó la meta para subir a lo más alto del podio. Y París le recibe con los brazos abiertos, pero algo triste, porque la carrera del siglo ya no podrá ser. Por fin Eliud se mediría durante un 42 kilómetros y pico a un rival con muchas opciones de batirle. Kelvin Kiptum había batido su récord mundial en octubre de 2023. Lo había destrozado, 2 horas, 0 minutos, 35 segundos. Tan cerca del Everest de las 2 horas, y sin tantas ayudas.

Kelvin Kiptum se mató en un accidente de tráfico cuatro meses después, febrero de 2023. El Toyota en el que viajaban él y su entrenador, el ruandés Gervais Hakizimana, chocó contra un tronco y terminó sobre una zanja. Murió "por graves heridas en la cabeza", rezó la autopsia, mientras la posverdad inventaba teorías disparatadas, algunas de las cuales apuntaban al propio Eliud Kipchoge. 

Ha pasado el tiempo y el brillo de aquella carrera que no pudo ser no ha desaparecido del todo, mutando en otra con similar morbo. Estará Kipchoge (39 años), el mejor maratoniano que nunca hubo, y no faltará Kenenisa Bekele (42), leyenda del tartán y rey eterno del 5.000 y 10.000. En la pista, dominaba el etíope, pero en asfalto la cosa cambia.

Kipchoge y Bekele, en uno de sus míticos enfrentamientos en los Mundiales.
Getty Images

Ambos afrontan el desafío con el ánimo de escalar un paso más hacia el Olimpo, si es que ya no están allí cómodamente instalados. Kipchoge busca el tercer oro olímpico en maratón, proeza sin igual. Bekele, ganar dos medallas olímpicas con veinte años de separación entre ambas. Son los nombres en mayúsculas, pero ni mucho menos los únicos favoritos, pues no era Kiptum, que en paz descanse, el único cachorro ansioso por desterrar a los machos alfa.

Kipchoge espera paciente, con calma, el 11 de agosto, maratón olímpica de París, destino final de toda una vida en zapatillas. Su entrenamiento sigue el guion marcado por Patrick Sang, cientos de kilómetros al mes, apenas quedan ya libros por devorar en su biblioteca y encuentra motivación en el lugar menos pensad: Ilia Topuria, por ejemplo. Siente admiración por él, casi tanta como la que profesa por Grace, su mujer,  conciencia y equilibrio, que ya sin disimulo le pide que lo deje y que siga inspirante a la gente, pero quieto. Y posiblemente, si Eliud gana en París, por fin le haga caso.

loading...