Quién no ha visto alguna vez en la televisión un viaje o una actividad que le gustaría exportar a su vida en un futuro. Eso, "me encantaría una vez", pensó Mónica Aguilera, forjada en las carreras por montaña y los raids, ganadora del reality 'Superhuman', cuando se enganchó a un reportaje del Maratón des Sables.
Sables, dicen, es la prueba atlética más dura del mundo, una cita que se disputa en el Sáhara marroquí sobre cinco etapas y un recorrido que ronda los 250 km.
Aguilera, lesionada, se quedó con las ganas en 2009. Este año, con 90 españoles entre el millar de participantes, se quitó la espina: en Merzouga se convirtió en la primera española en ganar.
"Ni me lo creo", insiste una y otra vez. Con el premio, "algo en lo que nunca piensas cuando participas", recuperará lo invertido en los preparativos, unos 3.500 euros.
Correr a 48 grados
Aguilera, catalana con vida entre Barcelona y Peguerinos (Ávila), empleó 29 horas, 54 minutos y 11 segundos en recorrer los 254 km del trazado, una cita especial por la autosuficiencia en la que tienen que competir los participantes.
Ellos portan y se administran su comida. El agua, un litro y medio cada 10 o 15 km, lo pone la organización. El desierto aporta el resto, con el calor como gran estrella.
"El tercer día (la etapa más larga: 82,2 km; la única que los corredores pueden completar en dos días) llegamos a sufrir 48 grados", recuerda. "Aunque pensaba ‘acuérdate de este sufrimiento, porque no quiero volver a padecerlo jamás’, al acabar me sentía una privilegiada, por poder disfrutar de los contrastes de un sitio tan mágico".
Buena parte de culpa la tiene Aurelio Olivar, sexto en la general masculina y pareja de Mónica. "Resulta gratificante una voz cómplice a la que decirle lo mal que lo estás pasando". Palabra de la nueva reina del Sáhara.
La inspiración de una estrella fugaz
"La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando", defendía el genial Pablo Picasso. No fue el caso de Patrick Bauer, un francés de Troyes vinculado al mundo de la música que en 1984 logró llevar adelante su sueño de caminar, durante un par de semanas, por el Sáhara argelino.
Una noche Bauer se maravilló con el repentino fulgor de una estrella fugaz e ideó esta prueba, que arrancó en 1986 con una veintena de corredores.
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