El fútbol, propiedad de Alemania

Los jugadores y el cuerpo técnico de Alemania celebran la ConfeCup.
Los jugadores y el cuerpo técnico de Alemania celebran la ConfeCup.
EFE
Los jugadores y el cuerpo técnico de Alemania celebran la ConfeCup.

La selección de Alemania confirmó su dominio en el mundo del fútbol conquistando la Copa Confederaciones de Rusia 2017 tras vencer (0-1) a Chile en la final celebrada en el Estadio de San Petersburgo, donde bastó un gol de Stindl 'regalado' por el rival para coronar a la imberbe 'Mannschaft'.

La campeona en Brasil 2014 vuelve a dominar el escaparate mundial y lo hace demostrando un amplio fondo de armario. Y, sobre todo, una cantera inagotable. No han estado hombres como Neuer, Hummels, Boateng, Khedira, Kroos, Özil o Müller, liberados por Joachim Löw. En cambio, otros jugadores, el supuesto equipo B aunque no tanto porque ya triunfan en sus respectivos equipos, se adaptan perfectamente a la filosofía de juego alemana para estar continuamente un punto por encima de los rivales.

Son las nuevas generaciones que, como en la reciente conquista del Europeo sub-21 y la participación en el Mundial sub-20, toman el fútbol para Alemania, que además ha mutado su ADN al pasar del sempiterno músculo a una mayor calidad.

¿Cuál es el secreto de la selección bávara para tal dominio en el fútbol mundial?

Un proyecto a largo plazo. La transformación que vivió Alemania para ganar el Mundial de 2014 y los éxitos cosechados ahora, tres años después, ponen de manifiesto que su proyecto no está sujeto a la improvisación. Esto demuestra que, por encima de los nombres, destacan el sistema y la disciplina, produciendo una mezcla de fuerza y rapidez propias del fútbol alemán con talento y calidad de los nuevos valores.

Apuesta por los jóvenes. La atrevida y cuestionada apuesta por los jóvenes talentos de Löw dio como fruto la primera Confederaciones de Alemania. Hasta 8 sub-21 se llevó el técnico a Rusia, donde Draxler, con 23 años y 33 internacionalidades, fue el veterano de los teutones. Destacaron también Max Arnold, Gnabry, Kimmich o Emre Can.  Por su parte, Ginter y Mustafi han sido los únicos supervivientes del Mundial de 2014 que participaron en la ConfeCup.

La fuerza deja paso al buen juego. El ADN germano ha mutado. Antes, la fuerza y la agresividad eran las señas de identidad de un equipo confeccionado para ganar de esa forma. Hoy, la fuerza alemana está en el centro del campo, donde acumula calidad y marca la diferencia respecto al resto con nombres como Max Arnold, Mahmoud Dahoud, Serge Gnabry y Max Meyer. Un estilo que tiene a la España del 'tiqui-taca' como modelo más representativo.

Claves tácticas. Los jugadores se adaptan muy bien al 4-2-3-1, así como al 4-3-3, basando su juego ofensivo en la capacidad asociativa de sus volantes y la conexión con los delanteros gracias a unos jugadores que aplican a la perfección lo que quiere Löw.

Capacidad de adaptación. Precisamente, en la final de la ConfeCup, Alemania no logró mandar ante la intensidad chilena, pero supo guardar la renta ante un rival sin gol pese al zafarrancho de 'La Roja' en los últimos 20 minutos. El encierro alemán fue a placer. Los de Loew aceptaron el rol secundario y encontraron buenas salidas en velocidad para generar peligro.

Larga vida al dominio alemán. Alemania ha mostrado al mundo a 44 jugadores (23 de la sub-21 y 21 de la Confederaciones) -65, si se suman los 21 jugadores que participaron en el Mundial sub-20, donde Alemania fue octavofinalista-. Entre todos esos nombres, no están otras jóvenes estrellas, como los lesionados Sané o Julian Weigl. Una realidad que augura un futuro futbolístico con acento alemán.

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