Desde que en noviembre de 2011 le ganara a Anabel Medina la final del WTA Tournament of Championship (una especie de Copa de Maestras de segundo nivel en el que juegan las tenistas con títulos en torneos internacionales que se quedaron fuera de la primera), la serbia Ana Ivanovic no había vuelto a ganar un torneo.
Un bache demasiado grande para una jugadora de primera línea sobre todo en 2007 y 2008, los años en los que alcanzó sus únicas finales de Grand Slam. En 2008 ganó Roland Garros, su único grande. Un año antes había perdido el último partido en el torneo parisino y meses antes, la final del Abierto de Australia. En 2007 también alcanzaría las semifinales en Wimbledon, su techo.
Ivanovic era un rostro mediático dentro del circuito y llegó a ser la número 1 de la WTA. No perdió nunca esa etiqueta, pero su potencial tenístico había menguado entre lesiones y derrotas rotundas en rondas tempranas. Una falta de resultados que la sacó de la primera línea. En junio de 2010 descendió hasta el 64.º lugar del raking WTA.
Cuartofinalista en Australia, este domingo levantó la copa en el Abierto de Monterrey después de batir en la final a su compatriota Jovana Jaksic. Su segundo torneo del curso tras la victoria en el torneo de Auckland. Y otro empujoncito en el ranking y en la carrera hacia Singapur (sede de la Copa de Maestras). La balcánica, de 26 años, ocupa ahora el duodécimo lugar, una posición mejor que la pasada semana y más cerca de su meta de volver al top-ten mundial. Solo Serena Williams y Na-Li han ganado tanto como la serbia.
Con el decimotercer título de su palmarés, Ivanovic esboza una vuelta. "Cualquier título es especial. Este año quiero estar en Singapur", comenta Ivanovic.
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