Una imagen vale más que mil palabras, y la escena que protagonizó Lewis Hamilton al final de la Q1 de la clasificación del GP de Alemania lo dice todo. Los pilotos habían ya encarrilado la primera sesión, y el británico había pasado sin problemas.

Sin embargo, cuando afrontaba las últimas vueltas, la caja de cambios de su coche se quedó atascada en la cuarta marcha. Hamilton no se lo podía creer: mientras se quejaba de que algo no iba bien, desde el muro le ordenaban que parase inmediatamente para evitar una rotura total de la unidad de potencia. El vigente campeón del mundo paró el Mercedes, intentó primero empujarlo para llevarlo hasta la zona de boxes y, ante la imposibilidad de que lo lograse, un comisario le ayudó, con lo que quedó descartado para la siguiente tanda.

La escena queda resumida en el gesto de Hamilton. Mientras los comisarios ponían el coche listo apra que la grúa lo evacuase, el recién renovado por Mercedes se arrodillaba con la cabeza baja sobre el morro del monoplaza, lamentándose por lo ocurrido.

Hamilton se verá obligado a salir desde la 15ª plaza, en una carrera en la que necesita recortar puntos frente a Sebastian Vettel, líder del Mundial y que tiene la mejor oportunidad posible para dar un serio golpe sobre la mesa a las opciones del campeonato.