Protagonista de videojuegos e inspirador de líneas de ropa y material, Tony Hawk es –con permiso de Steve Cab Caballero, Chad Muska, Rodney Mullen y otros tantos– el mito viviente del skateboard, el deporte del monopatín que nació en las calles de EE UU y creció de la mano de una cultura urbana. Cuarentón rejuvenecido por su estética adolescente, Hawk atendió a 20 minutos y Marca.

¿Cómo fueron sus primeros pasos subido en una tabla?

Mis amigos y mi hermano mayor [Dani] lo practicaban, comencé a imitarles y descubrí lo excitante que resultaba.

¿Se siente una estrella?

No. La fama nunca fue un objetivo en mi vida.

¿El skate tiene más de ocio o de deporte puro y duro?

Muchos aman este deporte y no necesitan competir contra otros. Existen un grupo de skaters muy conocidos, de hecho, cuya fama les llega por sus grabaciones en vídeo, sus apariciones en revistas...

Habrá puristas que piensen que el suyo no es un deporte...

Les recordaría la dedicación y el trabajo físico que requiere.

También es un estilo de vida...

¡Sin duda!

¿Y su estilo de vida actual?

(Ríe). Soy padre de familia [tiene tres hijos], con las responsabilidades que eso conlleva.

¿Cómo es eso de convertirse en un dibujo animado en un capítulo de Los Simpson?

(Ríe). Un honor emocionante. Jamás me hubiera imaginado tal reconocimiento y menos en una serie de televisión.

¿Qué sensaciones experimenta un hombre pájaro [así le llaman] sobre la tabla?

¡Relax! Además de divertirme, me relaja esa sensación de tener el control.

¿Llegará a ser olímpico algún día el skateboard?

Hay un  movimiento en esa dirección de cara a los Juegos de Río de Janeiro 2016. No sé si como exhibición o competición real.

¿Qué tal se le dan otras tablas?, ¿surf?, ¿snowboard?

Me encantan, pero en ellas sólo me defiendo (ríe).

¿Cuál es el mejor sitio para practicar skateboard?

Cualquier lugar que tú quieras que lo sea.

BIO Nació en 1968. En los X-Games (ha sumado dieciséis medallas en ellos, diez de oro) de 1999 logró el 900º, es decir, una pirueta en la que su monopatín da dos vueltas y media.