Dos nombres centraban la mayor preocupación de las autoridades policiales españolas a la hora de preparar el dispositivo de seguridad del Boca-River del domingo en el Bernabéu. Uno de ellos era el de Maximiliano Mazzarro, antiguo líder de 'La Doce', el grupo radical de Boca Juniors más temido en el mundo. El otro, el del mítico y actual líder de esa facción, Rafa Di Zeo.

La primera buena noticia llegó el jueves: Mazzarro aterrizaba en Madrid y poco después era deportado por "falta de documentación". La situación debió servir de muestra de lo que podía suceder a Di Zeo, que ha decidido ni intentar viajar a España. Se queda en Argentina, según confirmó su abogado.

La situación de Di Zeo era si cabe más complicada que la de Mazzaro. Había tenido que acudir a la justicia argentina, con la que tiene causas pendientes, para obtener el permiso para viajar a Madrid y lo había recibido apenas 24 horas de iniciar su viaje. Antes de coger el avión, se había plantado delante del autobús de Boca Juniors para encabezar el comité de despedida a sus ídolos. No es Di Zeo hombre que guste de esconderse y ocultar su notoriedad y ahora, con todo el planeta, mirando, no iba a ser menos.

La trayectoria de Di Zeo en la grada de Boca es leyenda, desde que en 1996 se sentó en su trono: 800 'soldados' protegen las espaldas de un hombre con amplios contactos en la esfera judicial, política y policial argentina. Su reinado apenas se interrumpió durante los cinco años (2007-2012) que permaneció en la cárcel por una paliza a varios hinchas de Chacarita y asociación ilícita. A su vuelta, la silla de Boca estaba ocupada y la recuperó a tiro limpio, en varios incidentes y tiroteos cerrados con varios muertos de los que él siempre se ha considerado inocente. La guerra terminó en tregua y pacto con su rival, Mauro Martín.

Ahora, y si no hay un repetino cambio de decisión, ninguno de los dos líderes ultras de Boca estarán en Madrid, lo que facilitará la acción policial, que esta tarde dará el último retoque al dispositivo de seguridad.