Un día después de perder el jersey rojo, y en el primer final en alto de una Vuelta que hasta el momento se había jugado en repechos y paredes cercanas a la meta –que no se olvide que Xorret de Catí tiene tres kilómetros de descenso–, Igor Antón recuperó un liderato que reforzó con los 20 segundos que se lleva el ganador de etapa y el tiempo que le sacó a todos los aspirantes, consideración que perdió el ruso Denis Menchov pese al intento del Rabobank por jugarse su baza tirando del gran grupo camino de Andorra.

El mérito de Antón, muy atrás en el inicio de Pal, estuvo en mantener la cabeza fría cuando Ezequiel Mosquera, a eso de cuatro kilómetros y medio para el final, dinamitó un pelotón demasiado numeroso.

Fiel a su estilo –"arrancando no hago daño, he de saltar y mantener el ritmo hasta donde pueda"–, Mosquera atacó y se llevó con él, soldados, a Purito Rodríguez y al italiano Nibali, el futuro, que demuestra día a día que viene a ganar esta carrera.

A los dos, primero al líder, luego al siciliano, los reventó antes de los últimos dos kilómetros. Antón, que inicialmente había hecho camino con Frank Schleck, se mantuvo fiel a su pedaleo, cazó al gallego en el último kilómetro y logró su segunda etapa, la 15.º del Euskaltel este año. "Me siento en una nube, como un niño", dice Antón, quien pasa de presiones. "No pienso en Madrid, sólo en ir día a día. Pero ya metidos en este berenjenal [la general], vamos a ver qué pasa".

Y la Vuelta llega este jueves a Lleida tras 21 años de ausencia en una jornada para velocistas o aventureros.