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El Lagartija: "Ligo más porque en este deporte hay muchos gays"

Javier Fernández (15-04-1991) entrena en la ciudad de Hackensack, en New Jersey, y llegará este miércoles a la mayoría de edad lejos de su familia. "Será un día normal. De casa, a la pista y de la pista, a casa", cuenta a 20 minutos este madrileño que consiguió a finales de marzo, con su 19.º puesto en el Mundial de Los Ángeles, el primer billete masculino español de la historia en patinaje sobre hielo para unos Juegos Olímpicos de Invierno, los de Vancouver 2010.

En 2.º de la ESO decidió dejar los estudios para dedicarse en exclusiva al patinaje. Llegó a EE UU en septiembre pasado, donde está a las órdenes del técnico ruso Nikolai Morosov. "Aquí, hasta los 21 años no se puede hacer casi nada. Ni beber alcohol, ni fumar, ni entrar en los bares". Sobre la cercana New York, afirma: "Parece que estás dentro de una película".

El patinador hizo sus primeras piruetas sobre el hielo con seis años "porque mi hermana Laura se apuntó y yo la seguí. Lo primero que se trabaja es el equilibrio. Vas aprendiendo poco a poco. A veces, me sigo mareando después de algún giro, pero se me pasa en unos segundos".

Vas aprendiendo poco a poco. A veces, me sigo mareando después de algún giro, pero se me pasa en unos segundos

Su primer entrenador y actual seleccionador nacional, Jordi Lafarga, le puso su nombre de guerra, El Lagartija. "No paraba y era muy rebelde", reconoce Fernández. Lafarga también se percató de las dotes de conquistador de un chico de 1,71 metros y 64 kilos: "Es cierto que tengo bastante tirón entre las chicas, pero ligo más porque en patinaje compiten muchos gays".

Javier nos aclara que la principal diferencia entre chicas y chicos es que "nosotros no necesitamos tanta elasticidad, sino más potencia".

El patinador es muy ambicioso en un deporte minoritario en España en categoría masculina -sólo hay 500 federados-: "Mis Juegos serán los de 2014. Puedo ser campeón olímpico o del mundo".

Trajes de Swarovski de 1.000 euros

El peinado, el maquillaje y los trajes son esenciales en las coreografías. Aun así, Javier Fernández aclara: "Yo nunca me maquillo. Tampoco me hago nada especial en el pelo. Voy igual que por la calle". En cuanto a la vestimenta, explica que "hay trajes normales, de lino, y otros, de más de 1.000 euros, dependiendo de los cristales de Swarovski que lleven. Viene un modisto, te ve patinar con la música y te diseña un traje exclusivo".

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