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Mireia Belmonte vuelve a sonreír tras vivir su año más complicado

Mireia Belmonte comienza a olvidar un 2018 cargado de contratiempos, como demostró al dar un paso adelante en el Open de Marsella. Se trata de la última competición internacional antes del Campeonato de España de primavera, que repartirá en Sabadell las plazas para el Campeonato del Mundo de Gwangju.

La de Badalona vuelve a sonreír tras haber sufrido continuas lesiones que le impidieron mostrar su máximo nivel en 2018. Los contratiempos comenzaron en mayo, un mes antes de los Juegos Mediterráneos de Tarragona 2018. Unos “vértigos y mareos” le hacían perder fuerza en el agua y comenzaron a preocupar a su equipo de trabajo.

Los mareos persiguieron a la cuádruple medallista olímpica hasta Tarragona, aunque se colgó dos oros y dos platas. Eso sí, durante la competición no quedó ninguna duda de que algo le pasaba.

Los problemas físicos se prolongaron todo el verano y le obligaron a renunciar al Europeo de Glasgow. Después de sufrir en Tarragona 2018, cita preparatoria para el asalto a las medallas continentales, unas pruebas médicas le recomendaban que echara el freno.

Fue difícil asumirlo, pero la experiencia "me ha servido para aprender que tengo que tener momentos bajos para después empezar bien el año".

La mejor nadadora española de todos los tiempos se tomó un respiro los meses siguientes. Sin perder contacto con el agua, aprovechó el impasse para continuar con su trayectoria académica e incluso viajó a Buenos aires para disfrutar de los Juegos Olímpicos de la Juventud.

Superó definitivamente los problemas físicos y pudo enfocar su preparación hacia el Mundial de piscina corta que cerraba la temporada en Hangzhou. No obstante, recibió un nuevo mazazo por una lesión en el tobillo izquierdo que le apartó de ese Mundial y del Campeonato de España de invierno.

Terminaba un año “más complicado que los anteriores”, aunque la española no se fija en lo que pudo haber ganado y prefiere centrarse en lo que puede ganar.

En camino a Tokio 2020

Mireia, favorita junto al piragüista Saúl Craviotto y la halterófila Lydia Valentín para ser la abanderada española en los Juegos de Tokio 2020, ha olvidado los problemas físicos y ha arrancado con fuerza la temporada preolímpica.

Comenzó el año conquistando en febrero el oro nacional en los 5.000 metros y acaba de confirmar que está de vuelta con una brillante competición en Marsella, donde triunfó en los 800 libre con la mejor marca mundial del año.

Su registro (8:27.12) cobra aún más valor porque la de Badalona había competido en el 1.500. Además, completó el prometedor fin de semana con la plata de los 400 estilos y los 400 libre y el bronce en los 200 estilos.

Las buenas sensaciones se están confirmando con medallas y aseguran que la española va a dar guerra esta temporada: “Cada competición voy mejorando y haciendo mejores tiempos. Cada vez me siento más rápida, por lo que creo que la evolución está siendo muy positiva”.

Sus próximos objetivos no pueden estar más claros: el Campeonato de España de primavera, para lograr las mínimas, y el Mundial de Gwangju, donde quiere llegar a tope para defender el trono de los 200 metros mariposa, su prueba fetiche, y seguir haciendo historia para la natación española.

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