En el verano de 2017, el PSG saltó la banca. Fichó a Neymar, el futbolista más caro de la historia (222 millones de euros, tal y como estipulaba su cláusula de rescisión con el FC Barcelona) e incorporó a Kylian Mbappé (cedido un año por el Mónaco con una opción de compra por 180 millones, que se pagaron al verano siguiente). El objetivo claro y declarado del club era ganar al fin la Champions League, algo que tendrá que esperar al menos una temporada más tras la sorprendente eliminación a manos de un Manchester United plagado de bajas, que remontó en París el 0-2 del partido de ida.

El PSG ha invertido unos 1.200 millones de euros en los ocho años que Qatar Investment Authority lleva como propietario del club. Además de los mencionados buques insignias, en este tiempo ha contratado a jugadores como Cavani (Napoli, 64 millones), Di María (Manchester United, 63), David Luiz (Chelsea, 49) o Paredes (Zenit, 40 millones), llegado en el último mercado de invierno.

Sin embargo, los resultados siguen sin acompañar. En todo este tiempo, el PSG jamás ha superado los cuartos de final en la Champions League. Durante cuatro temporadas, entre la 2012/13 y la 2015/16, cayó en cuartos de final (ante Chelsea, Manchester City y dos veces ante el FC Barcelona), primero con Carlo Ancelotti en el banquillo y luego con Laurent Blanc. Después, con Unai Emery, cayó dos años seguidos en octavos (ante FC Barcelona y Real Madrid), lo mismo que esta temporada con Thomas Tuchel. El técnico alemán, a diferencia de su predecesor, no podrá escudarse en la entidad del rival que les ha apeado del torneo.

La UEFA, con su ‘fair play’ financiero, ha vigilado de cerca el Parque de los Príncipes por inflar presuntamente (se estima que en 200 millones) sus contratos de patrocinio. El TAS (Tribunal Arbitral del Deporte) tiene previsto pronunciarse en breve sobre este caso y el del Manchester City, tras estudiar los recursos presentados por ambos clubes a las sanciones impuestas por la UEFA. Hace años, PSG y City fueron ya sancionados por incumplir esta normativa, con la que la UEFA pretende limitar que los clubes reciban más dinero del que son capaces de generar. Sin embargo, se les acabó levantando el castigo.