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Busquets, o simplemente Sergio

Sergio Busquets.
Luis Grañena

Hace dos años, Sergio Busquets descubrió con sorpresa que uno de sus mayores admiradores es futbolista y juega en Arabía Saudí. Abdullah Otayf no sólo dedica sus goles al mediocentro del FC Barcelona, sino que llegó a retirar la palabra a su propio hermano, jugador internacional, por no traerle su camiseta cuando se enfrentó a España.

La fama de Busquets alcanza todos los rincones del planeta, por más que él haya vivido alejado siempre de los focos por voluntad propia. No le gustan las entrevistas -aunque admite que está acostumbrado- y vela por su intimidad en pequeños detalles. Sus tatuajes están escritos en árabe y chino, una forma de que sólo unas pocas personas sepan lo que dicen. Algunos mensajes se han descifrado, como la tinta de su brazo, dedicada a su abuelo, que le llevaba al fútbol de pequeño.

Él prefiere no hablar demasiado de ello, pero la afición por el fútbol no sólo se la debe a su padre. La experiencia de Carles Busquets, portero en los noventa a las órdenes de Johan Cruyff, le sirvió para darse cuenta de que ser hijo de alguien famoso tiene sus contraindicaciones. Quizá por eso él quiere que le llamen Sergio, sin más. Así se puede leer en su camiseta y en las convocatorias del Barcelona, que nunca se refieren a él por su apellido. Él considera igual de importantes sus dos apellidos; también el de Loli, su madre.

Un falso “enchufado” en La Masia

En el álbum familiar de fotos hay muchas con él, de niño, a pie de campo con su padre antes de un partido. A nadie le sorprenderá que en sus inicios en La Masia le llamaran “enchufado”, cosa que odiaba. A más de uno se le quitaron las dudas cuando el Real Madrid se lo quiso llevar, y estuvo a punto. Buena culpa de que se quedara la tuvo Sergio Lobera, técnico de las categorías inferiores del Barcelona que ahora entrena en la India. No le tembló el pulso al enfrentarse a algún que otro directivo. Los culés se lo agradecerán siempre.

Vicente del Bosque dijo que le gustaría reencarnase en él como futbolista, algo que no es de extrañar después de haberle hecho no sólo debutar en la Selección, sino fijo en su equipo para Sudáfrica 2010, pese a las críticas tras la derrota en el debut contra Suiza. Ahora nadie cuestiona que Busquets (perdón, Sergio) es insustituible. El camino sin él sería más difícil.

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