10 AÑOS DE FELIPE VI

Felipe VI: diez años de monarquía renovada en tiempos difíciles

ESPECIAL 20MINUTOS | Su mandato ha estado marcado por la inestabilidad política, el desafío independentista catalán y la pandemia.

 

"Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras que comienza el reinado de un rey constitucional". Es una de las frases más recordadas del discurso que pronunció Felipe VI en su proclamación como rey, de la que el próximo miércoles se cumplirán diez años. Ante las Cortes, el nuevo monarca dejó claro que sería un rey de su tiempo, el nuevo jefe del Estado de una democracia consolidada que quería renovar la Corona manteniendo su esencia de garante de la unidad y la convivencia en España. Como él mismo dijo también en aquel acto solemne, el 19 de junio de 2014 comenzaba "una monarquía renovada para un tiempo nuevo".

El reinado de Felipe de Borbón comenzó tras unos años problemáticos para la monarquía por los escándalos en torno a su familia y de ahí el compromiso adquirido por el nuevo rey para avanzar en la regeneración y transparencia de la Casa Real. Pero fuera de Zarzuela, donde se han afanado en que impere la estabilidad, lo cierto es que echando la vista atrás no está siendo un reinado fácil para Felipe VI. La creciente inestabilidad política -que estrenó cuando apenas llevaba año y medio en la Jefatura del Estado-, con un Parlamento cada vez más fragmentado, el desafío soberanista en Cataluña o la pandemia de coronavirus han marcado su primera década al frente de la Corona.

Transparencia y ejemplaridad

El rey no tuvo dudas tras su llegada al mando de la Jefatura del Estado: la opacidad que rodeaba a la institución se tenía que acabar. Cierto es que la monarquía parlamentaria es una de las instituciones mejor valoradas por los españoles, pero el monarca entendió que tenía que abrirla a los ciudadanos. La ejemplaridad y la transparencia fueron sus obsesiones desde el primer momento y así lo expresó en las Cortes durante su proclamación: "Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor".

El rey Felipe VI saluda a su paso por la Carrera de San Jerónimo en su trayecto hacia el Palacio Real en un Rolls Royce descapotable.
El rey Felipe VI saluda a su paso por la Carrera de San Jerónimo en su trayecto hacia el Palacio Real en un Rolls Royce descapotable (2014).
Christopher Furlong / Getty Images
Ana Moreno Jefa de Nacional


Por eso, los primeros pasos los dio el monarca nada más llegar a la Jefatura del Estado, entre 2014 y 2015, y estuvieron orientados a prestigiar la monarquía y la institución: se diferenció claramente entre "familia real" y "familia del rey", se revocó el título de duquesa de Palma para la infanta Cristina después de su imputación en el caso Nóos, se aprobó un nuevo código de conducta de los miembros de Casa Real y normas sobre regalos y se decidió que se presentara un informe anual sobre las cuentas de la Casa Real.

Decisiones todas ellas sin precedentes a las que en los años siguientes el rey fue incorporando otras tan trascendentales como la publicación de su patrimonio -2,57 millones de euros-, la elaboración de una reforma por la cual el Tribunal de Cuentas fiscalizará los ingresos y gastos de la Casa Real, tal y como consta en el decreto que aprobó el Consejo de Ministros, y la creación de un inventario de todos los regalos que reciba la institución. Fue, según dijo en ese momento el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, "un paso muy importante en ejemplaridad y en materia de transparencia", haciendo así hincapié en los dos principios que rigen el mandato de Felipe VI.

 

  

 


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Estabilidad en años de vértigo

 

Encarna Samitier Directora 20minutos

 

Cuando Felipe VI se asomó al balcón de la historia el 19 de junio de 2014, prometió una monarquía renovada para un tiempo nuevo. 

El rey ha cumplido su compromiso. En cuanto al tiempo, ha sido de vértigo, marcado por la inestabilidad política, el independentismo,

la pandemia y una guerra en Europa. En este agitado escenario, la serenidad y empatía de Felipe VI como rey constitucional y el atinado papel de la princesa heredera, junto a la familia real, sellan un balance aprobado mayoritariamente por los ciudadanos y muy positivo para España.

 

 

 

 

 

 

 

Desde 2014, la situación política y social de España ha sido muy cambiante. A nivel político, el país ha asistido a importantes cambios en la actividad política y el comportamiento electoral de los votantes. A nivel social, son muchos los índices a tener en cuenta, como son el empleo, la situación de la pobreza, el acceso a la vivienda o la natalidad. ¿Qué ha cambiado en la última década en los ámbitos político y social?

Representación política

El día que el monarca tomó el relevo de la Corona, España rebasaba el ecuador de su X legislatura, la primera encabezada por Mariano Rajoy gracias a la mayoría absoluta del PP que consiguió en las elecciones generales de 2011, en las que el socialista José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) perdió la presidencia tras la Gran Recesión de 2008. Los 'populares' tenían una representación en el Congreso de los Diputados de 186 escaños y los socialistas redujeron su presencia hasta los 110 parlamentarios: ambos sumaron 296 de los 350 escaños.

Aquella fue la última legislatura en la que el bipartidismo imperó, pues la preferencia por los dos principales partidos comenzó a desinflarse tras el fin del primer mandato de Rajoy. Los comicios de 2015, 2016 y 2019 dieron paso a una etapa de mosaicismo político gracias a la irrupción de Podemos, Ciudadanos y Vox en las Cortes Generales. Los morados de Pablo Iglesias alcanzaron 71 escaños en 2016, cerca del PSOE, que registró su peor resultado histórico con 85 diputados. Los naranjas de Albert Rivera llegaron a obtener 57 electos en abril de 2019, a rebufo del PP, que se hundió hasta los 66. Los de Santiago Abascal apuntaron su récord con 52 parlamentarios en diciembre de ese mismo año.

Combo de fotos con Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera.
Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera.
EFE

Diez años después, la dinámica bipartidista vuelve a hacer mella en el Parlamento de forma más ligera. Tras las pasadas elecciones celebradas en julio de 2023, Vox conservó 33 diputados y Sumar se estrenó con 31, aunque el PP y el PSOE consiguieron superar, por primera vez desde hace una década, el umbral del 60% del voto.

Adiós a los gobiernos monocolor

Cuando Pedro Sánchez retomó la Secretaría General del PSOE en 2018, dio paso a dos eventos políticos nunca antes vistos: la primera y única moción de censura que ha prosperado en el Congreso de los Diputados, contra Mariano Rajoy; y la conformación del primer Ejecutivo en coalición desde el inicio de la transición.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, presenta el programa de la coalición
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, presenta el programa de la coalición
Eduardo Parra - EP


En 2019, Sánchez e Iglesias hicieron historia al firmar el primer acuerdo para la constitución de un Gobierno de coalición (PSOE-Unidas Podemos), que les erigió como presidente y vicepresidente del Gobierno. Fue la primera vez que el Rey Felipe VI asistía a un reparto de carteras ministeriales para miembros de partidos diferentes.

El pacto para el primer Gobierno de coalición sentó un importante precedente que se vio materializado cuatro años después. Tras los comicios de 2023, Sánchez volvió a utilizar la misma fórmula de coalición mediante un pacto con Sumar, que se presentó bajo la candidatura de Yolanda Díaz, dando forma al Ejecutivo que hoy conserva el mandato. Para futuras legislaturas, la idea de una unión de partidos distintos como fórmula de desbloqueo ha dejado de resultar atípico.

Sociedad más polarizada

En la década del reinado de Felipe VI, el centro ideológico ha desaparecido del espectro político español y la preferencia por los extremos no han dejado de crecer. Así lo reflejan los datos mensuales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que demuestran que la ciudadanía no había estado tan polarizada como ahora, tomando de base los primeros registros de 1987.

 

 

  

 

 

 

El 19 de junio de 2014 se barruntaba el inicio de un cambio de ciclo político que llenaba de incertidumbre la futura gobernabilidad del país. El bipartidismo histórico comenzaba a presentar síntomas de crisis tras las elecciones europeas de aquel año, en las que por primera vez desde que España tenía presencia en Estrasburgo obtuvo menos del 50% de los votos mientras una formación constituida apenas cinco meses antes, Podemos, irrumpía con fuerza en la Eurocámara. Nadie podía prever qué Cortes saldrían de los comicios generales que habrían de celebrarse en 2015.

La cuestión territorial que tanto ha marcado la política nacional en la última década también comenzaba a ser un problema. El entonces president de la Generalitat, Artur Mas, ya había anunciado su intención de convocar el 9 de noviembre de ese año una consulta por la independencia de Cataluña. Todo ello, en un contexto de profunda convulsión social nacida a raíz de una crisis económica que, a pesar de encontrarse en su fase final, todavía dejaba sentir sus estertores entre la población española.

 

En esa coyuntura, un entonces imberbe Felipe de Borbón se dirigió al Congreso de los Diputados a prestar su juramento y ser coronado nuevo rey de España, 17 días después de que Juan Carlos I anunciase su abdicación. Tras un discurso en el que reivindicó la labor de su padre, ensalzó la figura de su madre, doña Sofía, y apeló al espíritu de la Transición, el monarca, que entró en la Cámara Baja como príncipe de Asturias, la abandonó como Felipe VI.

​El pueblo inundó las calles de Madrid para aclamar al nuevo rey y una enorme multitud lo vitoreó cuando, junto a Letizia, la hoy princesa Leonor y la infanta Sofía, salió al balcón del Palacio Real para saludarla. Las protestas que miles de manifestantes protagonizaron los días anteriores en diversas capitales para pedir un referéndum por la Tercera República tras la abdicación de Juan Carlos I quedaron en un espejismo.

 

 

Mario Draghi recoge el premio Carlos V de manos de Felipe VI.
Mario Draghi recoge el premio Carlos V de manos de Felipe VI.
CASA REAL

 

La gran crisis, la Covid y el reto de la vivienda

 

Ingrid Gutiérrez Redactora LaInformación

 

La economía española también ha vivido un proceso de transformación intenso coincidiendo con los diez años de reinado de Felipe VI. La década arrancó con la salida de la gran crisis y una recuperación intensa que 'sólo' se vio interrumpida por el golpe abrupto de la pandemia de coronavirus y por los choques energético e inflacionario. España ha salido mejor parada de los tres, pese a su exposición al sector servicios, gracias a las reformas aplicadas durante años y, sin embargo, no ha sido del todo inmune a la incertidumbre global e interna.

En este aspecto concreto, la figura del rey ha aportado estabilidad, haciendo las veces de embajador de unas empresas que han elevado su presencia a nivel internacional. En una década las exportaciones de bienes se han disparado un 60% hasta superar los 383.688 millones en el conjunto del último año y el sector exterior se ha tornado en el más dinámico, gracias al empuje del turismo, tras dispararse un 31% la llegada de viajeros foráneos hasta el récord de 85,1 millones.

La receta de austeridad con la que Europa combatió la crisis financiera y de deuda soberana había llevado a la economía nacional a tocar fondo entre 2009 y 2013. Los años 2012 y 2013 aún se estaba produciendo una pérdida de poder adquisitivo de los salarios y persistían los desequilibrios en el sector inmobiliario en términos de endeudamiento.

Una recuperación quebrada por la pandemia

El año de la coronación, 2014, marca el punto de inflexión en términos de crecimiento y arranca una fuerte recuperación que se prolongará hasta el estallido de la crisis sanitaria en 2020. "De no ser por esta, muy probablemente la recuperación hubiera continuado", apunta a 'La Información' Miguel Cardoso, economista Jefe para España en BBVA Research.

  

 

 

Diez años del rey en diez discursos

 

Chema R. Morais Redactor jefe

 

"Deseamos una España en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro espíritu constitucional". Esta fue una de las frases que pronunció Felipe VI en su discurso ante las Cortes tras su proclamación como rey en 2014. Unas palabras que han guiado no solo su reinado, sino que han sido constantes en sus discursos públicos, que se han basado en un llamamiento a la unión y al consenso, a dejar de lado de las diferencias para trabajar por el bien común. Y a hacerlo dentro de la Constitución, a la que se ha referido de forma continua y con convicción en su década como monarca de los españoles como el único marco posible para la convivencia.

A estos valores se ha referido en sus tradicionales mensajes de Navidad, como en los realizados de manera especial con motivo del desafío independentista en Cataluña o el comienzo del confinamiento debido a la aparición del coronavirus. Pero también en los discursos ante las Cortes, como el que inauguró la última legislatura, o la jura de Constitución de su hija y heredera, la princesa Leonor, o en sus viajes al extranjero donde ejerce de embajador del país. Estos son diez ejemplos, durante esta primera década de reinado, de su apuesta decidida por la unión de los ciudadanos y de su cerrada defensa de la Carta Magna que, como ha destacado en sus intervenciones, es símbolo de unidad de los españoles.

Discurso de proclamación (19 de junio de 2014)

"Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras -y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional (…) Deseamos una España en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro espíritu constitucional. En ese marco de esperanza quiero reafirmar, como Rey, mi fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo (…). En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español".

 

 

 

Monarquía constitucional 2024

 

El día en el que Felipe de Borbón y Grecia fue entronizado como Felipe VI, en España estaba abierto un intenso debate sobre el modelo de Estado. Para entonces, la extrema izquierda también se aprestaba a entronizar como su profeta al fundador de un nuevo partido bautizado como Podemos. Decían ser la mecha que provocaría una explosión política de tal magnitud, que acabaría con el calificado, con intención de faltar, como “régimen del 78”. Pretendían ganar en el siglo XXI la guerra que se perdió en 1939, cuando aquellos que sí combatieron a ambos lados de esas viejas trincheras ya habían estrechado sus manos con la intención de impedir que se repita la peor tragedia de nuestra historia.

​Mientras se producía ese ataque, también asistíamos, sin embargo, a un hecho del que costaba encontrar precedentes recientes: un jefe de Estado pasaba el testigo a otro jefe de Estado con una cierta normalidad. Juan Carlos entregaba la corona a Felipe y la vida continuaba.

"Un jefe de Estado pasaba el testigo a otro con una cierta normalidad. Juan Carlos entregaba la corona a Felipe y la vida continuaba"

La cocina política de aquella sucesión pacífica es el último acuerdo importante al que han llegado los dos partidos centrales del país. A partir de entonces, el sistema implosionó debido a una conjunción de elementos casi simultáneos: los terribles efectos de la crisis económica que empezó en 2008 y la insoportable sucesión de casos de corrupción, que ensució aún más la ya deteriorada imagen del bipartidismo. En especial, la del partido que estaba en el poder: el PP.

 

 

 

 

De cómo la periodista Ortiz Rocasolano se convirtió en reina

 

 

Podría aventurarse que Letizia Ortiz Rocasolano es más feliz de reina que lo fue de princesa. Para una periodista que transitó entre noticias y exclusivas, el hecho inesperado de convertirse en una de ellas, la proclamación de Felipe como rey, fue igual que para Julio César cruzar el Rubicón.

Letizia Ortiz Rocasolano (Oviedo, 1972) ha aprendido a ser reina durante diez años, en los que no todo ha sido fácil para ella, ni mucho menos ha resultado ser el cuento de hadas que habían vaticinado algunos cuando se casó con el príncipe de Asturias en la primera boda real en 100 años en España.

Fueron años de formación, de observación meticulosa, de exprimir y absorber la realidad española como si fuera una naranja. Quien había estado a pie del desastre marino del Prestige, en Iraq y contando cómo sería la vida a partir del euro, de repente era analizada con lupa de aumento, también criticada, sometida a un escrutinio imparable y, en ocasiones, implacable.

SAN JOSÉ DE CHACAYÁ (GUATEMALA), 06/06/2024.- La reina Letizia, este jueves durante su visita a una escuela en la localidad guatemalteca San José de Chacayá, donde finalizará un viaje de tres días por Guatemala para conocer proyectos de desarrollo en el país centroamericano, como parte de una gira que también la llevó a Panajachel y Antigua Guatemala en representación de la cooperación española. EFE/ Villar López GUATEMALA ESPAÑA
La reina Letizia acaba de regresar de Guatemala, de su noveno viaje de cooperación.
Villar Lopez / EFE


Pero Letizia princesa no se rindió cuando el viento soplaba en contra. Cerró filas con su marido y se centró en proteger y educar a sus hijas Leonor y Sofía, a la espera del momento que la historia les había reservado.

Su aprendizaje como princesa la llevó a licenciarse con buena nota aquel 19 de junio de hace diez años. Vestida de blanco, con un peinado tan poco convencional como retirarse la melena en trencitas (igual que sus hijas), asomada al balcón junto a sus suegros a modo de 'despedida', apoyando la mano en la espalda de su marido igual que Atlas sujetaba la bóveda celeste. Todos sus gestos anunciaban una nueva era.

Estos dos lustros de Letizia reina han sido muy balsámicos para ella. Su imagen y agenda han crecido como la espuma. Pocas personas hay en España que tengan el tirón mediático de Letizia. Donde va ella están la expectación, los remolinos de público, los selfies, la atracción incuestionable que provoca. La prensa europea se refiere a ella continuamente con elogios y titulares de rendición.

  

 

 

Una década inquebrantable

 

Joaquim Coll Historiador y articulista

 

Que España haya sido casi siempre un reino (o varios en época medieval), no significa que la monarquía parlamentaria esté enraizada, pues el siglo XIX empezó con el rey felón Fernando VII, siguió con la desdichada Isabel II, expulsada del país en 1868, y tuvo su remate en el siglo XX con el metomentodo Alfonso XIII, que también se vio obligado a exiliarse en 1931. En realidad, el apoyo popular a la monarquía nació con el juancarlismo durante la Transición y en las décadas siguientes, hasta que por su falta de ejemplaridad pública tuvo que abdicar en 2014. Es por todo ello que el mérito de Felipe VI es enorme. Heredó una corona desprestigiada, que carecía del fervor popular del que sí disfrutan otras casas reales europeas, incluso ante escándalos familiares gravísimos. A lo largo de esta década, tanto el rey como la reina Leticia han tenido que hacer frente a actores sociales y políticos que juegan, por razones diversas, al acoso y derribo de la monarquía en España.

Sin embargo, en este tiempo la Corona es de las pocas instituciones que se ha fortalecido ante la opinión pública porque sus integrantes, los reyes y sus hijas, se han aplicado a sus deberes con rigor, transparencia y ejemplaridad. La actitud de Felipe VI frente a todo tipo de provocaciones y desprecios ha sido inquebrantable en el cumplimiento de sus funciones constitucionales. No es ningún secreto que es de las personas mejor informadas y formadas en muchos asuntos por el tipo de preguntas que plantea a sus interlocutores en las entrevistas, sin emitir él ninguna opinión, solo inquiriendo para obtener más información.

Tuvo la valentía de jugársela en octubre de 2017 ante la intentona separatista en Cataluña con un discurso televisivo que pasará a la historia como uno de los actos más relevantes de su reinado, solo comparable al que hizo su padre la noche del 23-F de 1981.

 

 

 

Leonor de Borbón y su camino hacia el trono

 

 

A Leonor no le llegaban los pies al suelo, sentada como estaba en una se las enormes sillas regias y aterciopeladas del Congreso de los Diputados. Con sus bailarinas doradas colgando, graciosamente desdentada a sus 8 años y la trenza que le caía a la derecha de su rubia melena, la niña asistía no solo a la proclamación de su padre, Felipe, como rey, sino a la de sí misma como futura reina.

A la edad en que los niños a esa edad tienen prohibidos los móviles, leen cuentos y fábulas y comen gominolas, Leonor estaba acaparando todas las televisiones del mundo, observada y observadora de ese presente que algún día será suyo.

Leonor de Borbón Ortiz, nacida el 31 de octubre de 2007 en Madrid, ha crecido mucho en estos últimos diez años. No solo físicamente (mide cerca de 1,80, marca de la casa); en particular, ha dado un estirón en formación, visibilidad, sociabilidad y capacidad de transmitir.

 

 

 

Un rey de nuestro tiempo

 

 

Lejos de la suntuosidad y el boato de otras casas reales, cuyo ejemplo más cercano fue la reciente Coronación de Carlos III en la Abadía de Westminster, la proclamación y el juramento como rey de Felipe VI revistió una gran sobriedad.

La ceremonia en el fondo y en las formas respondía plenamente a lo que fue el eje central del discurso del nuevo rey: una monarquía renovada para un tiempo nuevo.

Aquí no vimos capas de armiño, el cetro y la corona descansaban sobre un cojín de terciopelo rojo y nunca fue ceñida en la cabeza de los nuevos reyes.

Felipe VI, en su primer acto como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, llevaba el uniforme de gran gala del Ejército de Tierra. La reina Letizia no vestía de largo, apostó por la sencillez de un traje abrigo corto de color blanco con adornos de pedrería firmado por su modisto de cabecera Felipe Varela y lucía el lazo de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III.

La princesa de Asturias, que entonces tenía nueve años, y su hermana, la infanta Sofía, siete, lucían vestidos iguales en diferente color, rosa pálido y verde agua que complementaban con manoletinas. Las niñas mantuvieron en todo momento un comportamiento ejemplar. Perfectamente aleccionadas bajo la mirada atenta de su madre, se mantenían en silencio, no mostraron signos de impaciencia en los discursos, aplaudían cuando tocaba, saludaban correctamente, inclinaban la cabeza al paso de la bandera y mantenían los brazos en correcta posición cuando sonaba el Himno Nacional.

El décimo aniversario del reinado de Felipe VI, por Malagón.
El décimo aniversario del reinado de Felipe VI, por Malagón.
MALAGÓN

 

Quizá sea la imagen de aquellas niñas de entonces, hoy unas jóvenes que responden a las expectativas en ellas depositadas, las que mejor marcan el paso del tiempo.

Han transcurrido diez años desde el acto de Juramento y Proclamación ante las Cortes como rey de España de Felipe VI. El monarca, que accedió al trono en las difíciles circunstancias que llevaron a su padre don Juan Carlos a la abdicación, pronunció entonces un discurso de hondo calado en el que subrayó la necesidad de una conducta integra, honesta y transparente, como garante de la Institución.

El acatamiento a la Constitución, el llamamiento a la concordia, el entendimiento entre las distintas fuerzas políticas, y el respeto a la separación de poderes, del que entonces habló, tienen hoy plena vigencia y constituyen la mejor garantía de la defensa del Estado.

 

CRÉDITOS

Textos: Ana Moreno, Ignacio Blanco, Encarna Samitier, Chema R. Morais, Alejandro Tobalina, Vicente Vallés, Rosa Ballarín, Joaquim Coll, Cristina García Ramos e Ingrid Gutiérrez  | Multimedia: Marta de los Dolores | Ilustraciones: Henar de Pedro y Malagón | Maquetación: Álex Herrera | Coordinación: Héctor Garrido